Enfoque
de la BBC
Evo Morales fue uno de los
grandes protagonistas de las revueltas sociales que se registraron en Bolivia
desde los últimos años del siglo pasado. Foto: Getty.
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LA
PAZ, BOLIVIA (ANB / BBC).- Fuera de Bolivia puede que no sea algo muy
conocido, pero Evo Morales también tiene una oposición que proviene de
organizaciones de izquierda y sindicatos campesinos.
Se trata de varios de sus
antiguos mentores políticos y de sus viejos "compañeros de lucha".
Aquellos con los que, hace más
de una década, el presidente boliviano solía hacer tambalear gobiernos a base
de protestas con bloqueos de carreteras y cercos a las ciudades.
Viejos aliados que ahora se
oponen a que Morales sea habilitado para volver a presentarse a la reelección y
por eso votarán "No" en el referendo que este domingo se celebra en
Bolivia.
El presidente, que fue electo
hasta 2019, busca a través de las urnas eliminar el veto constitucional a un
cuarto periodo suyo, lo que haría posible que se mantuviera en el poder hasta
2025.
¿Los motivos del rechazo? Son
varios.
Desde la desaprobación a que
una persona se mantenga en el poder durante 20 años hasta los cuestionamientos
a un programa de gobierno que consideran demasiado enfocado en la extracción de
recursos naturales para la exportación.
Los otrora "maestros"
de Morales e ideólogos de su proyecto político consideran que su gobierno
abandonó los postulados originales relacionados a la defensa de la "Madre
Tierra" y los cambió por una gestión marcada por políticas extractivas
incompatibles con consideraciones ambientales.
Señalan también que el supuesto
"exceso de poder" acumulado gracias a los arrolladores triunfos
electorales de Morales permitió la creación de circuitos de corrupción y
enriquecimiento personal, como los dos supuestos casos que acapararon los
titulares de prensa en Bolivia.
El primero fue la denuncia de
presuntos malos manejos y uso indebido de recursos públicos por el que
dirigentes, exministros e incluso parlamentarios oficialistas fueron detenidos
y después la denuncia de supuesto tráfico de influencias a favor de una empresa
china por cientos de millones de dólares en el que está involucrada una exnovia
de Evo Morales.
Sin embargo, el oficialismo
boliviano le resta importancia a estas voces críticas de exaliados y antiguos
ideólogos.
En palabras del vicepresidente,
Álvaro García Linera, son "ecologismo colonial" de una
"pseudoizquierda de pasarela y deslactosada" aliada con "fuerzas
ultraconservadoras".
Morales, por su parte, no ha
dudado en calificar varias veces de "traidores" y "vendidos a la
derecha" a sus antiguos compañeros de batalla.
"Poder total"
"El poder es tóxico. Nadie
niega la importancia de los primeros años del gobierno, el gran salto económico
y la inclusión de indígenas y campesinos que se ha logrado, pero después de eso
el poder total ha intoxicado a este proceso", le dice a BBC Mundo Rafael
Puente, quien fue viceministro de Régimen Interior del primer gabinete de Evo
Morales.
El presidente boliviano solía
referirse a Puente como su "maestro en asuntos sindicales" e incluso
lo promovió para que dirigiera la formación de cuadros de su partido en los
primeros años de su gestión.
Puente, que ahora se encuentra
lejos de cualquier cargo oficial, conoció a Morales mucho antes de que iniciara
su carrera hacia la presidencia de Bolivia.
"La docilidad y la
obediencia se han vuelto comportamientos comunes. El presidente está condenado
a escucharse a él mismo siempre porque todos tratan de decirle lo que él quiere
oir. La capacidad de debate ha desaparecido y los que opinan lo contrario son
acusados de estar 'vendidos al imperio'", añade Puente.
En los últimos cinco años no
son pocas las organizaciones sindicales que se han fracturado o que ingresaron
en crisis cuando alguno de sus representantes intentó ir en contra de los
lineamientos oficialistas.
Como cuando la confederación
que agrupa a la mitad de los indígenas de Bolivia (CIDOB) se desmarcó de la
agenda gubernamental, los operadores afines al oficialismo desconocieron a la
dirigencia electa y constituyeron una entidad paralela que de inmediato fue
reconocida por el Gobierno.
Es por ello que decenas de
dirigentes crearon partidos propios y buscaron ganar espacio independiente en
alcaldías en las dos últimas elecciones locales en Bolivia.
Puente afirma, en cambio, que
cada vez son más los políticos "de la derecha" y representantes de
patronales empresariales los que se suman al partido de Evo.
"Traición"
"Evo Morales no respeta la
independencia de poderes ni la libertad de expresión. Perderá por traicionar a
sus bases", afirma Filemón Escóbar, otro de los antiguos maestros del
presidente boliviano.
Después de décadas como
dirigente minero, Escóbar fue uno de los primeros en prestar atención a lo que
pasaba en un pedazo de selva tropical de Bolivia donde a diario se reportaban
enfrentamientos y violaciones a derechos humanos.
Así, en la última década del
siglo pasado, llegó al Chapare, el territorio de los productores de coca donde
el actual presidente boliviano comenzó su meteórica carrera política.
Escóbar fue el jefe de bancada
del partido de Morales mientras éste era líder de la oposición, acompañó a Evo
en un sinfín de eventos políticos y es reconocido por oficialistas y opositores
como uno de los principales articuladores de su movimiento.
Ahora, con 80 años, el viejo
dirigente minero asegura que organizará un nuevo partido político "al día
siguiente de la victoria del No".
Los intelectuales de izquierda
y la clase media
Como Escóbar y Puente, existen
figuras del primer gabinete de Morales que ahora promueven el voto en contra de
su cuarto mandato.
Es el caso del exministro de
Educación y ahora gobernador de La Paz, Félix Patzi, o del exviceministro de
Tierras Alejandro Almaraz.
El primero asesoró la Asamblea
Constituyente (2006-2007) que el movimiento del presidente boliviano defendió a
sangre y fuego, mientras el segundo, a mediados de la década del 90, fue uno de
los primeros pensadores de izquierda en apoyar al partido de Evo.
Hoy Almaraz opina que la
derrota de Morales el domingo significa la "reconquista de la
democracia".
"El país perdió dos
décadas de conquistas democráticas, entre ellas el derecho ciudadano de elegir
y ser elegido, la transparencia e igualdad en el ejercicio electoral",
señaló el ahora disidente a la boliviana Agencia de Noticias Fides.
A principios de siglo, Morales
tuvo bastantes problemas en sumar a referentes de izquierda y de la clase media
boliviana.
Los primeros desconfiaban de
las posibilidades de éxito electoral y de la "solidez ideológica" del
cocalero, mientras las clases medias asociaban a Morales con el caos y los
perjuicios que para ellos significaban sus marchas y bloqueos carreteros.
Ni siquiera García Linera, su
actual vicepresidente, lo apoyaba durante las primeras campañas electorales y
recién se sumó a su movimiento para las elecciones de 2005, cuando ganaron por
primera vez.
Lo mismo sucede con la mayoría
de los ministros que provienen de las universidades y ONG, quienes se subieron
al proyecto evista cuando Morales ya era el candidato favorito para ganar las
elecciones.
La "vieja guardia"
También aparecen en la lista de
disidentes varios de los que, en 1995, crearon junto a Morales el
"instrumento político" con el que juraron "refundar
Bolivia".
"Conozco a fondo a Evo
Morales, sé quién es y cómo es su actitud. Su actitud siempre ha sido convertir
en obedientes a sus aliados y yo no quería ser obediente de nadie", cuenta
Román Loayza, uno de aquello fundadores que ahora es crítico del evismo.
Si bien quedan junto a Morales
muchos de los dirigentes de los años de las marchas, represión y bloqueos, como
el actual canciller boliviano David Choquehuanca o la dirigente Leonilda
Zurita, hay tantos otros que lo conocieron y hace años que tomaron distancia.
Uno de los más emblemáticos es
Óscar Olivera, protagonista de la llamada "Guerra del Agua" del año
2000, cuando un consorcio de capitales estadounidenses y europeos fue expulsado
de Bolivia por las protestas surgidas después de que privatizaron hasta el agua
de la lluvia.
Hoy Olivera opina que el
gobierno de Morales y García Linera "ha robado la capacidad de
decidir" a las organizaciones sindicales y campesinas y no cumplió con la
vieja promesa del "autogobierno popular".
Olivera y Morales encabezaron
decenas de marchas, huelgas de hambre y protestas en las calles bolivianas.
Hace más de una década que están distanciados.
Durante los últimos cinco años,
la gestión de Morales fue cuestionada por polémicas medidas como una subida
descomunal (83%) del precio de la gasolina o sus concesiones para exploración
hidrocarburífera en reservas forestales a favor de empresas transnacionales.
El mandatario boliviano tuvo
que retroceder en el incremento al costo de los carburantes a los pocos días de
decretarlo por las fuertes protestas.
Sin embargo, el momento de
mayor crisis y críticas en esta década fue cuando la policía reprimió una
marcha indígena que se oponía a la construcción de una carretera en mitad de la
selva en 2011.
Las imágenes de policías
maniatando y amordazando a los marchistas sorprendieron a oficialistas y
opositores por igual.
En el principio de su gestión,
pocos habrían creído que aquello pueda suceder durante el mandato de un
presidente que forjó su capital político precisamente gracias a movilizaciones
sociales y años de protagonizar huelgas y bloqueos de caminos.
Olivera estuvo presente en
aquella marcha reprimida.
"Evo Sí"
A pocos días del referendo, las
encuestas en Bolivia señalan que es la primera vez en una década que Morales no
tiene la victoria asegurada.
Diarios bolivianos publicaron
sondeos que reflejan un estrecho margen entre las dos opciones en el referendo,
mientras que en anteriores procesos electorales el debate se centraba en por
cuánto margen triunfaría de nuevo el presidente boliviano.
Sus partidarios insisten en que
sólo su continuidad en la presidencia garantizará que se mantenga la
estabilidad social y el importante crecimiento económico que aquel país ha
experiementado en los últimos años.
La Bolivia de Morales está muy
lejos de atravesar los problemas económicos y de abastecimiento que vive
Venezuela y sus políticas han sido bien recibidas por organismos
internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el BID
y Naciones Unidas, entre muchos otros.
A pesar de no competir contra
nadie, el oficialismo boliviano se esforzó en identificar con el "No"
a la vieja oposición "neoliberal y vendepatria" que el mandatario
derrotó una y otra vez en estos 10 años.
Sin embargo, es la primera vez
que tantas voces "del mismo bando" piden el voto negativo para
Morales.
En las últimas semanas, hasta
la expareja del vicepresidente, una socióloga mexicana que en los 90 se unió a
un ejército guerrillero aymara en Bolivia, hizo públicas sus críticas al
gobierno de Morales a través de una entrevista.
Durante la campaña, el
presidente aseguró una serie de nuevas inversiones para buscar la
"eliminación total de la pobreza" y convertir a su país en el
"centro energético de Sudamérica" con un ambicioso plan bautizado
Agenda Patriótica 2025.
No es casual. Ese año, al que
Morales busca llegar todavía como presidente, Bolivia cumplirá 200 años.
Pero para llegar tan lejos,
primero deberá triunfar en el referendo de este domingo.
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