LA PAZ, BOLIVIA (ANB / ABI).- El presidente indígena de Bolivia, Evo Morales, jurará el
jueves a su tercer mandato hasta 2020, en presencia de al menos 7 mandatarios,
entre ellos Dillma Rouseff, del gigante Brasil, y 5 vicepresidentes de América,
Asia, Europa y Africa además de representantes de 40 países, entre ellos una
comisión de alto nivel de Estados Unidos.
Un día después de recibir el bastón de
mando de los pueblos indígenas del hemisferio sur, en una ceremonia verificada
en las ruinas de Tiawanaku, la civilización precolombina más longeva de la
región, Morales jurará a la Presidencia
de Bolivia en una sesión de la bicameral Asamblea Legislativa Plurinacional, en
La Paz.
Ganador sin contraste de las elecciones
generales de octubre último, Morales, primer presidente indígena de Bolivia y
la región, juramentará a su tercer mandato consecutivo desde 2006 en presencia
de su colega Rouseff que, en el amanecer de su segundo mandato, subirá por
primera vez a la altura de La Paz (3.600 m sobre el nivel del mar).
Los
presidentes de Ecuador, Rafael Correa; Paraguay, Horacio Cartes; Venezuela,
Nicolás Maduro; Costa Rica, Luis Guillermo Soliz; Trinidad y Tobago, Anthony
Carmona y el recientemente electo Hage Geingob, de Namibia, han confirmado
asimismo su asistencia a la investidura de Morales, cerca del mediodía
boliviano del jueves.
Morales se ceñirá la banda presidencial en
presencia de los vicepresidentes Lázara Mercedes López Acea, de Cuba; Amado
Boudou, de Argentina; Marisol Espinoza, de Perú; Mohamed Larbi Ould Khelifa, de
Argelia y Viktor Sheiman, de Bielorrusia.
El presidente de Estados Unidos, Barack
Obama, envió, a la nueva toma del poder en Bolivia, una comisión de alto nivel
de la Casa Blanca, en suerte de señal política pese a las relaciones de La Paz
y Washington, anómalas desde 2008.
Otros 40 países, entre ellos una comisión
del Senado de Chile, acreditarán a representantes de alto nivel en la ceremonia
que seguirán con similar rigor representaciones de organizaciones sociales y
pueblos originarios de Latinoamérica, Europa, Africa y EEUU.
Tras recibir las abluciones del mundo
ritual originario de la región, Morales, un cultivador y pastor de llamas en su
niñez y juventud de estrechez económica indecible, asumirá su nuevo mandato con
el desafío de consolidar el crecimiento de la economía boliviana, boyante pese
a las turbulencias en la cotización internacional de las materias primas y de
sostener su principal emprendimiento, la industrialización del país andino
amazónico, tanto en hidrocarburos como minería.
A la par, llevar a buen puerto la aspiración
boliviana de recuperar una salida propia al mar Pacífico, para lo que ha
sentado ya a su reticente vecino Chile en los estrados de la Corte
Internacional de Justicia, en La Haya, Holanda, contencioso que debe resolverse
antes de 2018.
El dirigente, mandatado para gobernar
Bolivia por un lustro más, se ha impuesto también la tarea de refundar la
justicia boliviana, titánica por los niveles insospechados de corrupción con
que fue parida en 1825 y más aún después de un fracaso en 2010, cuando promovió
la elección popular de los magistrados.
Seducido por la posibilidad de convertir a
Bolivia en el granero del continente y de alcanzar en el lustro 2015-2020 la
autonomía alimentaria del país, objetivos a los que se ha entregado con ahínco
en los últimos 4 años con la dotación de fuentes de agua principalmente para el
riego, Morales buscará concluir en esta su tercera gestión presidencial la
conectividad carretera y ferroviaria boliviana.
Esto le permitirá convertir a su país en paso
obligado de las exportaciones del gigante Brasil a los mercados emergente de
Asia por el Pacífico.
Con apoyo chino, Morales postula la
construcción de un ferrocarril rápido en territorio boliviano que conecte el
puerto brasileño de Santos, en el Atlántico, con el de Ilo, Perú, en el
Pacífico.
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