LA PAZ, BOLIVIA (ANB / ABI).- El modelo de economía criollo de Bolivia permitirá en 2015
una inversión pública, insospechado, inédito y sideral para la historia local
de carestías, de 6.200 millones de dólares -equivalentes a dos tercios del
Producto Interno Bruto boliviano de 2005- a despecho de la crisis que ha
contaminado Europa, Estados Unidos y el vecindario, inclusive al gigante Brasil
y los emergentes Chile y Perú, además de Colombia.
Con
una inflación en el reglón de 5,5%, Bolivia crecerá el año que viene a
una tasa de 5,9%, ha dicho con firmeza de lingote, su ministro de Economía,
Luis Arce, así la cotización internacional del crudo, a la baja desde 2008 -de
145 a 77 dólares el barril hoy mismo- no se recupere en 2015.
Con los precios del petróleo en descenso
sostenido y con los de los minerales de exportación criolla (plata, zinc,
estaño y plomo) en casi caída libre desde 2010, Bolivia ha crecido 5,2% en
2011; 5,2% en 2012; 6,8 en 2013 y crecerá 5,7% en 2014.
"En un contexto internacional adverso,
donde hay crisis en Estados Unidos, todavía en Europa, donde los países
latinoamericanos se han contagiado muchos de ellos de la crisis económica
mundial, Bolivia continúa creciendo, porque hay dos elementos que empujan este
crecimiento", sostiene Arce, considerado el artífice de lo que en Europa y
Estados Unidos se conoce como el "milagro boliviano" en medio de la
"década de oro".
Pese al estancamiento de las economías de
la región y mientras el fantasma de la crisis recorre ida y vuelta la vieja y
conservadora Europa y EEUU no termina de sacudirse de los problemas que
detonaron el empleo, el crédito y el sector inmobiliario, la mediterránea
Bolivia, pobre de solemnidad hasta 2005, ha sido capaz de crecer siempre sobre
5% desde 2006, cuando su presidente indígena Evo Morales nacionalizó los
hidrocarburos.
Y también desde el momento en que, con la
plata de la renta del gas, galvanizó su mercado interno con bonos estatales.
Los pilares del crecimiento boliviano son
"las políticas redistributivas del ingreso que Bolivia viene aplicando
desde el 2006 y que están garantizadas para 2015", es decir los bonos para
escolares, gestantes y madres y ancianos y "la presencia del Estado en la
inversión pública", apunta Arce.
Es que antes de Morales, la inversión
pública orillaba los 600 millones de dólares y 9 años después se ha situado en
4.500 millones de dólares y en 2015 se radicará en 6.200 millones de dólares,
3.000 millones menos del PIB de 2005.
Se trata de una economía que finca sus
esperanzas más aún en la industrialización de sus hidrocarburos, pero que,
mientras tanto mejora el consumo interno.
Mas, en lo sustancial, apuesta a la
inversión productiva: 1.768 millones de dólares subraya el Presupuesto para
2015.
La previsión boliviana consigna 447
millones de dólares para el sector agropecuario y 770 millones más para
hidrocarburos. Esto amén de la Inversión Extranjera Directa que en 2013 se alzó
sobre los 1.700 millones de dólares, lo que lleva a Arce a masticar una ironía
soterrada:
"Queda claro quiénes apuestan y
quienes creen en el país, parece que son mucho más claramente los extranjeros
con respecto a nuestros inversionistas".
Así y todo esto, Arce mira de rabillo la
crisis de los precios de los combustibles fósiles y los minerales y pese a los
pronósticos, agoreros en voces opositoras, cree más bien que la economía
boliviana crecerá más aún desde 2016, cuando entre en funcionamiento la Planta
de Urea y Amoniaco.
"A partir de 2016 vamos a empezar a
recibir los beneficios de la industrialización y ahí viene un salto exponencial
porque vamos a tener como Estado boliviano más recursos", apunta y luego
dispara, incluso con la superlativización del superlativo: "El futuro de
Bolivia es muy promisorio, es muy alentador".
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