OBTUVO EL 87% DE VOTOS
RUSIA (ANB / BBC Mundo).- Vladimir Putin acaba de asegurarse un quinto mandato que le permitirá presidir Rusia hasta 2030 y que lo convertirá en la persona que más tiempo ha liderado el país desde Catalina la Grande, por delante del mandatario soviético Iósif Stalin.
Putin obtuvo un 87% de los votos
en las elecciones de este fin de semana, superando el récord anterior del 76,7%
que logró en los últimos comicios. El presidente ruso, sin embargo, no se
enfrentó a ningún candidato de oposición creíble, ya que el Kremlin controla
estrictamente el sistema político, los medios de comunicación y las elecciones.
Importantes líderes occidentales
dijeron que las elecciones no fueron ni libres ni justas.
El presidente ucraniano Volodymyr
Zelensky describió a Putin como un "dictador" que está "ebrio de
poder”. Desde la Casa Blanca destacaron que las elecciones "obviamente no
fueron libres ni justas, dado que Putin ha encarcelado a sus opositores
políticos y ha impedido que otros se presenten contra él".
En China, sin embargo, el
Ministerio de Exteriores felicitó a Putin por su victoria y manifestó su creencia
de que “bajo la dirección estratégica del presidente Xi Jinping y del
presidente Putin, las relaciones entre China y Rusia seguirán avanzando".
¿Cuáles son las claves de la
victoria del presidente ruso?
1. La guerra de Ucrania y reflote
de la economía
La guerra de Ucrania, que ha
aislado a Rusia de los países occidentales y que ha obligado al país a
reorganizar su economía, estrechar el cerco a los opositores y reforzar su
maquinaria de propaganda es, sin duda, uno de los factores que han marcado los
comicios.
La oposición a la guerra ha
quedado silenciada, sin candidatos en las urnas y sin la posibilidad de expresar
un sentimiento antibelicista de forma pública.
Pero Putin, además, ha utilizado
la guerra a su favor, explica a la BBC Ekaterina Schulmann, una politóloga rusa
radicada en Berlín.
"Cuando empezó, iba a ser
como el modelo de Crimea sólo que más grande", asegura, pero
"obviamente no fue ni breve ni incruenta, y afectó a la forma en la que
los rusos se ven a sí mismos, al mundo exterior y a su líder".
Tras unos primeros meses de la
guerra en los que muchos rusos vivieron una especie de “luna de miel” en torno
a la bandera, “cuando se produjo una movilización masiva en septiembre de 2022
la ansiedad se disparó, la gente estaba sumamente asustada y el apoyo a la
guerra disminuyó", dice la politóloga.
Fue entonces cuando Putin cambió
la narrativa en torno a la guerra: "Ya no es una guerra con Ucrania, sino
una guerra con Occidente, y esto hace que muchos rusos se sientan orgullosos
porque el ejército no sólo está atacando a un país pequeño, sino que lucha
contra un oponente mucho más grande", explica a la BBC Andrei Soldatov, un
periodista ruso que vive exiliado en Londres desde que se vio obligado a huir
en 2020.
Esta confrontación es una
constante en los discursos del presidente ruso, en los que con frecuencia lanza
amenazas y advertencias a Occidente y a los países de la OTAN contra el envío
de tropas a Ucrania.
La narrativa del Kremlin, en la
que es la OTAN la que amenaza a Rusia y se dirige a sus fronteras, ha calado
entre la población, asegura Sodatov.
Además, según el periodista ruso,
Occidente no se ha esforzado lo suficiente por explicar al mundo por qué es
importante la guerra en Ucrania. "La gente en África o en Sudamérica, por
ejemplo, no entiende por qué debería importarles, y esta es una brecha que
Putin ha explotado", afirma.
Pero, además, la guerra ha tenido
una consecuencia inesperada que ha beneficiado al presidente ruso.
A pesar de las sanciones sin
precedentes que se impusieron a Rusia tras la invasión de Ucrania, el país ha
sorprendido a muchos economistas al convertirse en la economía de más rápido
crecimiento en Europa.
"La economía está
funcionando bien, dadas las circunstancias, y ha hecho popular a Putin porque
se presenta una vez más como alguien que ha desafiado a Occidente en su gran
asalto a la economía rusa", explica el corresponsal económico de la BBC en
Rusia, Alexey Kalmykov.
En lugar de contraerse como
muchos esperaban, la economía rusa ha crecido un 2,6%, según estimaciones del
Fondo Monetario Internacional (FMI), a pesar de las sanciones occidentales, que
incluyen la congelación de US$300.000 millones en activos.
La cuestión es que las sanciones
no se han aplicado en todo el mundo. Esto permite a Rusia comerciar libremente
con países como China, India y Brasil, mientras sus vecinos, incluidos
Kazajstán y Armenia, le ayudan a eludir las sanciones occidentales.
"Rusia es una economía
enorme", dice Kalmykov, y añade: "Se necesitarán décadas de amplias
sanciones y mala gestión para ponerla de rodillas y ninguna de las dos cosas
está pasando en este momento".
"Rusia gana dinero
exportando productos básicos y básicamente es libre de vender lo que
quiera", explica Kalmykov. "Las sanciones al petróleo son
decorativas, y el principal comprador de Rusia, la UE, no sanciona en absoluto
el gas natural, los cereales y los combustibles nucleares".
Schulmann explica que, aunque los
productos "cuestan cuatro veces más" que antes, están fácilmente
disponibles, lo que, según ella, es más importante. "Los rusos están
acostumbrados al aumento de los precios. Nuestro principal temor nacional no es
la inflación, sino el déficit. La falta de productos en los estantes: ese
último horror soviético".
Kalmykov está de acuerdo:
"Todo es una cuestión de perspectiva, y eso es algo que la maquinaria
propagandística de Putin sabe manejar muy bien".
2. Opositores inhabilitados, en
el exilio o muertos
"Putin sabe cómo reprimir
todo tipo de debate político en el país", explica Soldatov. "Y como
es tan bueno en eso, es también es muy bueno eliminando a sus oponentes
políticos", añade.
Sólo otros tres candidatos
lograron presentarse a las elecciones de 2024, y ninguno resultó ser un desafío
real para Putin. Todos compartían un apoyo explícito tanto al presidente como a
la guerra en Ucrania.
Las verdaderas amenazas políticas
para Putin han sido encarceladas, asesinadas o destituidas de una u otra
manera, aunque el Kremlin niega cualquier implicación.
Apenas un mes antes de que
abrieran las urnas, el oponente más feroz de Putin, Alexei Navalny, de 47 años,
murió en una colonia penal situada muy por encima del Círculo Polar Ártico.
Cumplía una larga condena de prisión por fraude, desacato al tribunal y
extremismo, cargos que, según asociaciones de derechos humanos, tenían
motivaciones políticas.
"Putin desprecia a su
oposición", dice Soldatov. "Su respuesta cuando alguien con
importancia política es asesinado es decir que es 'insignificante' y se refiere
a su propio apoyo generalizado para decir '¿por qué iba a matarlo?' El Kremlin
es muy bueno dando estas excusas".
Varios rivales de Putin han sido
asesinados, desde políticos hasta periodistas.
El año pasado, el líder del grupo
mercenario privado Wagner, Yevgeny Prigozhin, murió en un accidente aéreo pocos
meses después de un intento de motín. En 2015, Boris Nemtsov, político y
crítico obstinado, fue asesinado a tiros en un puente cerca del Kremlin, y en
2006, una periodista muy crítica con la guerra en Chechenia, Anna
Politkovskaya, fue encontrada muerta por disparos en Moscú.
"Da mucho miedo vivir en un
país donde hay periodistas, políticos y activistas asesinados y
encarcelados", dice Soldatov. "Psicológicamente es muy incómodo, por
lo que la gente común y corriente está dispuesta a comprar la narrativa del
Kremlin no porque nos la creamos, sino porque queremos encontrar una manera de
vivir con ella".
Putin también ha tratado de
controlar la disidencia individual dentro del público en general. Desde 2022,
tras la invasión de Ucrania, el Kremlin introdujo nuevas leyes de censura que
reprimen las posturas antigubernamentales, con nuevos delitos como "descrédito
del ejército ruso", que se castigan con hasta cinco años de prisión. El
presidente aseguró que las protestas que tuvieron lugar durante estas
elecciones "no tuvieron ningún efecto" y que cualquier
"delito" sería castigado después de la votación.
Los temores de Putin, asegura
Soldatov, no se centran tanto en lo que puedan decir los medios de comunicación
internacionales, sino en lo que los ciudadanos corrientes puedan presenciar en
las calles, que lo publiquen en las redes sociales y sea compartido por
millones de personas.
Ante esta vulnerabilidad, Putin
“cree que necesita hacer todo lo posible para reprimir todo tipo de disidencia,
porque la próxima revolución podría comenzar con sólo dos o tres chicas
protestando en la calle", señala el periodista.
3. Concentración de poder en la
figura de Putin
A pesar de las críticas
internacionales sobre las elecciones, que los gobiernos occidentales han
calificado de “farsa”, el enorme margen con el que el mandatario ha ganado en
Rusia le permite al Kremlin a nivel interno “argumentar que toda la nación se
ha unido en torno a Vladimir Putin y que el presidente cuenta con el pleno
apoyo de su pueblo”, analiza el editor de Rusia de la BBC, Steve Rosenberg.
Este 87% de los votos no solo le
permite “afirmar que tiene un mandato popular para su guerra en Ucrania y para
la dirección en la que dirige a Rusia”, según Rosenberg, sino que también envía
un mensaje claro a la élite política rusa: ‘Tomen nota, aquí todavía hay un
solo hombre a cargo, en control, y eso no va a cambiar a corto plazo’”.
Efecto o no de la propaganda,
Putin cuenta con un tremendo apoyo popular entre muchos rusos, que consideran
que esa figura del hombre fuerte es la que necesita el país, especialmente en
un momento de guerra.
En las más de dos décadas que
lleva al frente de Rusia, Putin no ha permitido que surgieran competidores que
pudieran hacerle sombra, y su figura es omnipresente en el país.
Pero las elecciones también han
mostrado ciertos indicios de su debilidad.
Aunque finalmente no se le
permitió postularse como candidato, el opositor antibelicista Boris Nadezhdin
logró más de 100.000 firmas, según él, para su candidatura. Este sentimiento en
contra de la guerra podría dificultar nuevos reclutamientos, señaló a BBC Mundo
Kimberly Marten, una experta en Rusia y seguridad internacional del Barnard
College de la Universidad de Columbia.
La economía de guerra, con un
enorme aumento del gasto militar, también es difícil de sostener a largo plazo,
advierten los analistas.
Además, miles de personas
hicieron fila al mediodía en los colegios electorales como forma de protesta,
tal y como había pedido la viuda de Alexei Navalny y a pesar de la férrea
vigilancia policial.
Las multitudes que salieron a
conmemorar al opositor tras su muerte en la prisión del Ártico también
demostraron que hay una masa de ciudadanos dispuestos a protestar a pesar de la
represión.
Pero Putin, gracias a la reforma
constitucional que se aprobó en 2020 tras un referéndum, podría cumplir al
menos dos mandatos más de seis años y ser presidente hasta 2036, cuando tendría
83 años.
Para Schulmann, la jubilación de
Putin no parece una posibilidad factible. Pero el sistema ruso “está
"envejeciendo" y está "dirigido por alguien que no se está
volviendo más joven, más fuerte ni más resiliente", analiza la politóloga
rusa.
De esta forma, toda "la
estabilidad se concentra en una persona" que "no puede vivir para
siempre", concluye.
*Con reportería de Harriet Orrell.
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