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martes, 14 de marzo de 2017

LLORENTI RECLAMA QUE MESA OMITA OBRA CRUCIAL DE MORALES EN SU ÚLTIMO LIBRO

LA PAZ, BOLIVIA (ANB / ABI).- El embajador de Bolivia ante la Organización de Naciones Unidas (NNUU), Sacha Llorenti, ha reprochado al historiador y político Carlos Mesa una serie de omisiones, algunas de ellas clave para entender en toda su extensión el proceso boliviano en marcha signado por la figura del presidente Evo Morales, en su libro de reciente publicación Bolivia 1982-2006, democracia.


    En un artículo de opinión publicado el domingo por el diario La Razón, Llorenti hace notar que Mesa, que presidió Bolivia en el lapso 2003-2005, pasa por alto, por ejemplo, los logros decisivos de la administración Morales.

    "Cabe subrayar que en el contrapunto entre pasado y presente que aparece en todos sus capítulos, muchos temas que son claros éxitos de la gestión iniciada en 2006 no aparecen siquiera mencionados", refiere en su artículo Entre urnas y silencios.

    El plenipotenciario boliviano ante NNUU se extraña que Mesa no mencione, por ejemplo, "el proceso de industrialización de los recursos naturales; la política de Estado sobre el mar; la exitosa política exterior; las reformas para garantizar la presencia de mujeres en escenarios de decisión; los recursos económicos recuperados en la lucha contra la corrupción".

    Lo mismo, "que se haya construido un modelo económico que no sólo aproveche el alza en el precio internacional del petróleo, sino que haya podido resistir a los embates de la caída del mismo, manteniendo un crecimiento económico récord en la región".

    Extraña, asimismo, que Mesa pase de largo "los extraordinarios avances en la reducción de la desigualdad" y que otorgue, igual consideración, al producto de la decisión orgánica de los movimientos sociales, como sujeto histórico y sostén del liderazgo de Morales y su peso específico en la política criolla para alcanzar la Presidencia de Bolivia.

    En el trabajo de 177 páginas de Mesa "se minimiza el rol de los movimientos sociales", reclama Llorenti.

    "No se intenta siquiera hacer una reconstrucción de la historia de lo que ahora es el Movimiento Al Socialismo (partido de Morales). He ahí la grave ausencia en este trabajo. Evo Morales no aparece, como dice Mesa, "montándose en caballo ajeno" como tampoco en 1997 llega "al Parlamento como parte de una coalición de izquierda que simplemente le sirvió de plataforma"", critica Llorenti.

    Ignorar la decisión de "la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, la por entonces Federación de Mujeres Campesinas de Bolivia-Bartolina Sisa y la, en esa época denominada Confederación de Colonizadores de Bolivia", de construir  el instrumento de política "para pasar de la lucha sindical a la lucha electoral", es, según Llorenti, no honrar la verdad histórica o, por lo menos, "sesgar" un elemento decisivo de análisis.

    Llorenti deplora que en su escrito, Mesa, que asigna a Morales poco menos que un agudo olfato de oportunismo para llegar a la Presidencia en 2006, con el 54% de los votos, haya olvidado que la entonces Corte Nacional Electoral sembrara de piedras el camino de la homologación a las siglas que postuló Morales y su movimiento político antes de 2002, en que debió terciar en las elecciones de ese año con los credenciales del Movimiento Al Socialismo que ya estaba inscrito.

    Llorenti reniega, asimismo, que Mesa mencione en las orillas del predicamento, las medidas implantadas por el primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, entre 1993 y 1997, entre ellas  la Participación Popular, la Reforma Educativa, la Ley INRA, el Bono Solidario para ancianos, producto de la Capitalización, seguros populares, la reforma parcial de la Constitución, la décimo sexta a la vigente desde 1967, además de la Reforma de Pensiones y, más aún, que incluya a Morales como tributario de ellas.

    "Evo Morales y el actual proceso de cambio no son tributarios del neoliberalismo, surgen producto de la acumulación histórica de las luchas sociales; de la insatisfacción de necesidades básicas; de un Estado que, como señala Gunder Frank, se basaba en la relación de dependencia y subordinación a las metrópolis de Europa y Estados Unidos".

    Y menos, escribe Llorenti, como fruto de "una clase política incapaz de implementar un proyecto nacional autónomo ni de articular una conciencia propia; interesada en mantenerse en el poder (vía golpe, vía elecciones) garantizando que sólo el comercio extranjero saque ventajas de nuestros recursos".

    El Embajador echa de menos, asimismo, que en el análisis de Mesa no se asigne valor a la obra del magistrado Eduardo Rodríguez Veltzé, que presidió la transición más difícil de la historia boliviana reciente.

    "También son notorios los silencios relacionados con la presidencia de Eduardo Rodríguez. Se intenta relativizar la coherencia mantenida en la política sobre el mar, y no se hace mención a la promulgación de decenas de decretos que materializaron la puesta en ejecución de la Ley de Hidrocarburos, la creación y funcionamiento del Consejo Nacional Preautonómico y Preconstituyente o su aporte en la titulación de tierras", además del salomónico reparto de escaños en el Legislativo, que puso en riesgo la celebración de las elecciones de 2005, hace notar Llorenti.

    Con similar talante, se pregunta por qué, en el libro recentísimo de Mesa, no figuren las masacres de Amayapampa y Capasirca, durante el primer gobierno de Sánchez de Lozada y el papel que desempeñó el Fondo Monetario Internacional en la segunda administración frustrada (2002-3) del dirigente  ultraliberal.

    "Llama la atención que no se haya hecho ninguna mención a la masacre de Capasirca y Amayapampa durante el primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada o al rol de Fondo Monetario Internacional (FMI) en los sucesos de 12 y 13 de febrero de 2003, o a la quema de recibos de los gastos reservados en la gestión de Mesa", señala.

    Por último que, en la descripción de las etapas históricas de Bolivia, antes y después de 1825, descienda lo prehispánico como prehistórico y que exagere la extensión que del cato de coca, homologado por Morales en 2007 como cultivo tradicional en el Chapare.


    Las críticas de Llorenti se registraron mientras el gobierno de Morales deploraba las críticas de Mesa a la justicia que condenó, en primera instancia, al exprefecto de Pando a 15 años de cárcel por la matanza de 13 campesinos amazónicos y estudiantes por paramilitares en la localidad de Porvenir, en setiembre de 2008.

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