Es
un reto que el Estado evade, dicen expertos
MÉXICO
(ANB / Vanguardia).- En los últimos meses se han registrado casi de una decena
de casos por discriminación y violencia contra la comunidad indígena en el
país. Niños, jóvenes, mujeres, todos han sido víctimas de agresiones por su
condición racial.
En el marco del Día Internacional contra la
Discriminación Racial, el académico del Departamento de Ciencias Sociales y
Políticas de la Universidad Iberoamericana (UIA), Juan Pablo Vázquez, afirmó
que “México es una ‘pigmentocracia’, en el que las jerarquías sociales están
definidas por el tono de piel”.
El experto alertó que la discriminación racial está
ligada por completo a los prejuicios que sufren las personas por su tono de
piel, y ambas condiciones generan escenarios de desigualdad social y de
violencia.
A pesar de que 80 por ciento de los mexicanos tiene
rasgos de alguna etnia y cifras del Censo de Población y Vivienda 2010 dicen
que el padrón de hablantes y autoadscritos alcanza un registro de 16 millones
102 mil 646 personas consideradas indígenas, este grupo racial no está en
exento de sufrir algún tipo de agresión.
Hasta 2011, el Consejo Nacional para Prevenir la
Discriminación (Conapred) contabilizaba alrededor de 15.7 millones de personas
pertenecientes a los pueblos y comunidades indígenas de México, que estaban
sometidos a discriminación.
Tan sólo la Cámara de Diputados, la casa de
representación popular más importante del país, tiene apenas 3.5 por ciento de
representación indígena: de los 500 legisladores, sólo 17 vienen de esa pauta
racial.
De acuerdo con organismos defensores de derechos humanos,
activistas y especialistas, México tiene una deuda con los indígenas, por lo
que ha urgido a las autoridades a atender esta problemática.
Indígenas, reto de México
El especialista de la Ibero, Juan Pablo Vázquez,
argumentó que la discriminación con base en la etnia y el color de piel, deriva
en situaciones de desigualdad y pobreza, en un “círculo vicioso” muy difícil de
superar.
“Yo creo que México es un país altamente desigual y
discriminativo, y que la discriminación es otra cara de la desigualdad. Es la
vía ideológica por la cual se justifican las diferencias entre las personas, en
una especie como de círculo vicioso, en donde una persona es mal vista, y por
lo tanto, es objeto de cierto tipo de trato. Eso implica desigualdad en las
posibilidades de acceso a muchas cosas, y al final eso acaba reproduciendo un
círculo de desigualdad social y económica”, comentó.
Por su parte, la doctora Helena Varela Guinot, directora
del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana,
consideró que aunque en las leyes no existen impedimentos para que un indígena
pueda llegar a la Presidencia de México, a una Secretaría de Estado u otro
espacio de poder, las posibilidades de que un miembro de dicha población pueda
ocupar el cargo son prácticamente nulas, debido en parte a la visión
proteccionista que ha mantenido al indígena como una figura subordinada e
incomprendida.
“El problema no es que los procesos sean
discriminatorios, sino que la discriminación tiene lugar desde antes. Si no hay
acceso a la educación y a otros bienes básicos, no la hay para los espacios de
poder”, indicó la especialista, quien opinó que México no cuenta con las
condiciones sociales y políticas para tener un Presidente de origen indígena.
“No es un problema de preparación, sino de la
construcción de un tejido social que tiene mucho tiempo roto, desde el momento
en que se constituyó desde una visión etnocéntrica que asumió que el indígena
debía ser integrado, incorporado, siempre con una perspectiva proteccionista,
viéndolo casi como un menor de edad que necesitaba ser protegido”, agregó.
Los indígenas, añadió, no han accedido a los sistemas de
salud, educación y vivienda, así como no han visto resueltos sus problemas de
alimentación, lo cual los mantiene como el sector más desfavorecido de la
población mexicana, de forma que es irrelevante plantearse si estos podrían
acceder a espacios de poder.
El mes pasado, Amnistía Internacional (AI) envió un
memorándum al Presidente Enrique Peña Nieto con algunas recomendaciones sobre
la situación de las comunidades indígenas.
El organismo recordó, por ejemplo, que a 20 años del
surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas,
muchas comunidades indígenas en el país siguen sufriendo discriminación, además
de acceso limitado a la justicia, a la salud, a la educación, a la vivienda y a
la tierra.
“Hasta ahora las medidas que ha tomado el gobierno no han
sido las adecuadas para enfrentar los obstáculos estructurales más grandes que
les impiden disfrutar de estos derechos. El aumento de los proyectos
extractivos y de desarrollo económico que impactan directamente las tierras,
territorios y recursos de los pueblos indígenas representa un gran desafío para
el gobierno”, dice el documento.
Niños víctimas
En febrero pasado, el Consejo para Prevenir y Eliminar la
Discriminación de la Ciudad de México (Copred), emitió una opinión jurídica al
colegio La Salle de Seglares por el caso de un menor indígena que sufrió
hostigamiento y regaños injustificados por ser hijo de una mujer mazateca de
Oaxaca.
El niño cursa el tercer grado de pre primeria y según la
exposición del caso “sus maestras, de nombre Gisela Marín Cruz y Alicia Beatriz
Pliego de Anda, regañan de manera injustificada y hostigan al menor diciéndole
que él no pertenece a esa escuela, añaden que las maestras lo sacan del salón
argumentando que su madre no habla ni español ni inglés y por tanto no puede
coadyuvar a su desarrollo”.
Semanas después, la Comisión Nacional de los Derechos
Humanos (CNDH) inició una investigación en la escuela primaria Ángel Albino
Corzo, ubicada en el municipio indígena Cho´l, de Tila, Chiapas, por los
presuntos abusos cometidos por la directora del plantel contra los alumnos.
De acuerdo con información recopilada por el organismo
nacional, Amada Gutiérrez Soriano, encargada de la primaria, maltrata a los
alumnos y los discrimina llamándolos “indios” además de que los obligaba a
comer en el piso.
El año pasado, el caso de Feliciano Díaz Díaz, el niño
tzotzil de 10 años que conmovió a México tras difundirse un video donde un
inspector municipal de Villahermosa lo obligó a tirar los dulces que vendía en
las calles del centro de esa ciudad.
La historia de Feliciano se dio a conocer a través de
redes sociales, con un video donde se capta al inspector López Jiménez
obligando al menor a tirar su mercancía que vendía en una de las calles de Zona
Luz del centro de Villahermosa, Tabasco. Después de ello, esa “autoridad” se
retira y se lleva tres cajetillas de cigarros que al parecer sacó de la canasta
del pequeño, quien se queda llorando en el piso.
Embarazadas e indígenas
Ayer se difundió el caso de Juana García Jiménez, una
joven del estado de Oaxaca, que dio a luz en la calle porque la clínica a la
que acudió no tenía médicos que la atendieran. De acuerdo con reportes de
prensa, la joven arribó a la clínica de Ejutla de Cresco, en el valle Central
de Oaxaca, y le informaron que no había médicos.
Apenas el 18 de febrero se dio otro caso de negligencia
médica en el estado. Laura Jarquín Reyes y su esposo Eugenio Martínez Torres
arribaron al Centro de Salud en Villa de Tututepec, Oaxaca, pero estaba
cerrado.
Este no ha sido el único episodio así en Oaxaca. La entidad
registra en los últimos meses, al menos nueve casos de negligencia médica
relacionados con la mala atención a mujeres embarazadas, la mayoría de origen
étnico.
A finales del mes pasado, la Comisión Nacional de los
Derechos Humanos (CNDH) ordenó la investigación por presunta negligencia en un
nosocomio de la comunidad de Teojomulco, Oaxaca, donde una mujer parió en un
baño por falta de atención médica.
El presidente del organismo, Raúl Plascencia Villanueva,
ordenó abrir una queja de oficio para investigar presuntas violaciones contra
la indígena que dio a luz en el baño del albergue del Hospital Básico
Comunitario de la Paz Teojomulco, en la Sierra Sur de Oaxaca.
El organismo detalló que el 26 de febrero una indígena de
18 años acudió al nosocomio de los Servicios de Salud del estado con dolores de
parto. Le fue negado el servicio hospitalario bajo el argumento de que aún no
era tiempo y que era necesario que caminara para estimular el proceso.
Ante la negativa de atención, la víctima permaneció en el
albergue anexo al nosocomio y a la 01:30 del día siguiente dio a luz a su hijo
en el baño del lugar, refirió la CNDH.
Para la especialista Helena Varela, las agresiones
aumentan si son féminas. “Ni hablar de mujeres indígenas, donde las condiciones
son doblemente discriminatorias”, dijo.
En prisión
En febrero pasado, la CNDH inició de oficio una queja
para investigar las presuntas violaciones a las garantías fundamentales contra
un indígena rarámuri, quien fue procesado sin asistencia de intérprete. El
organismo explicó que el indígena estuvo preso por dos años en el Centro de
Readaptación Social de Aquiles Serdán, Chihuahua, y posteriormente liberado
tras ser declarado inocente.
La CNDH explicó que investigará el caso debido a la
situación de vulnerabilidad en la que se encuentra los pueblos indígenas,
además de las irregularidades en materia de acceso e impartición de justicia,
al no brindarse una representación eficaz y defensa de sus derechos.
También recientemente, el organismo inició una
investigación por las presuntas violaciones de los derechos fundamentales que
servidores públicos de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, cometieron contra
dos jóvenes indígenas mayas.
De acuerdo con el organismo defensor, los agraviados
“fueron detenidos arbitrariamente, torturados e incomunicados”.
Este caso fue denunciado por la Red Nacional de
Organismos Civiles de Derechos Humanos “Todos los derechos para todos y todas”
donde se informó que tres policías municipales detuvieron a dos jóvenes mayas y
los sometieron a “tratos y penas crueles, inhumanos y degradantes”. Sin
embargo, no dieron a conocer los motivos del arresto.
Afromexicanos
Si las comunidades indígenas de México sufren de
marginación y discriminación, hay otra variable étnica que está en una
situación peor, los afromexicanos, que sufren los mismos males y que, además,
ni existen en los registros oficiales.
De acuerdo con el especialista Juan Pablo Vázquez, a
pesar de que 64.6 por ciento de las personas en México se consideran morenas,
54.8 por ciento de los encuestados cree que a la gente se le insulta por su
tono de piel, de acuerdo con la Enadis.
El 23 por ciento de los encuestados aseguraron que no
vivirían con una persona de otra etnia u otra raza.
“Entonces, me parece interesante este cruce de tres
datos: nos reconocemos a nosotros mismos como morenos y expuestos a
discriminación, y al mismo tiempo, indirectamente, en otra pregunta, una gran
parte de nosotros discriminamos”, mencionó el profesor.
Como un ejemplo de la desigualdad social que guarda una
correlación con los prejuicios contra el tono de piel y el origen racial, se
encuentra el caso de los afrodescendientes.
En este contexto, el Congreso mexicano tiene en estudio
una reforma constitucional para que los afrodescendientes dejen se ser
“invisibles” y puedan gozar de los mismos derechos que los indígenas.
“El pueblo negro está totalmente invisibilizado. No
sabemos cuántos somos ni somos reconocidos en los libros de texto”, dijo a la
agencia Efe la Diputada Teresa Mojica Morga, quien defiende la iniciativa.
Estadísticamente, los afromexicanos no existen. Al no
contar con el reconocimiento constitucional que tienen los indígenas, no pueden
beneficiarse de planes públicos que protegen su cultura y apoyan su desarrollo
social, debido a que la Constitución mexicana sólo reconoce los derechos de los
indígenas, a pesar de que la marginación afecta también a las comunidades de
afromexicanos, estos últimos son discriminados, no sólo legalmente, sino
también culturalmente por el peso de los tabúes.
“Hay una población que no acepta que México tiene
negros”, insiste Mojica, hija y nieta de mujeres negras, del estado sureño de
Guerrero, con costas al Pacífico y en donde se cree que está el mayor número de
afromexicanos.
Por lo que para el censo del año próximo se preguntará,
por primera vez, si los ciudadanos tienen origen africano, además de blanco,
indio o mestizo. Es un primer paso para salir de la “invisibilidad” de ese
grupo étnico en los registros oficiales. Pero la tendencia va más allá. El año
pasado, Mojica presentó una iniciativa para que se equipare constitucionalmente
a indígenas y afromexicanos. Ese paso puede permitir no sólo que los
afromexicanos puedan tener derechos parecidos a los indígenas, sino también que
se superen los tabúes y que muchos mexicanos con sangre negra acepten que la
tienen, y se reconozca abiertamente.
Defensa de su entornos
El Centro Mexicano de Derecho Ambiental AC (CEMDA)
reconoció el avance del Estado mexicano en cuanto a las recomendaciones de la
ONU, pero instó al gobierno en la construcción de mecanismos efectivos y
eficaces de consulta sobre megaproyectos para recabar el consentimiento libre
previo e informado de las comunidades indígenas y campesinas afectadas por
megaproyectos de desarrollo.
En México, en numerosos casos, los megaproyectos son
implementados por empresas e industrias, tanto nacionales como extranjeras, por
empresas paraestatales o por el Estado mismo, en áreas rurales y forestales,
así como en territorios sagrados de pueblos indígenas, sin informar ni
consultar a las comunidades indígenas o campesinas, destruyendo su territorio,
sobrexplotando los recursos naturales y contaminando el medio ambiente.
CEMDA destacó casos específicos en los que las
comunidades siguen los cauces institucionales buscando justicia, sin que las
resoluciones se acaten ni se cumplan, como el de la Tribu Yaqui, en el estado
de Sonora. Al que pese que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN)
emitió sentencia a su favor, reconociendo la violación de su derecho a la
consulta en el caso de la construcción del Acueducto Independencia. A la fecha,
la obra sigue operando de forma ilegal, mientras las autoridades federales
retrasan la implementación de la consulta, de acuerdo a lo que mandató el
máximo tribunal de la Nación.
Al respecto, el Centro Mexicano de Derecho Ambiental
elaboró una lista de recomendaciones:
Delinear en conjunto con los pueblos indígenas de México,
un marco normativo sobre consulta indígena y consulta campesinas en conformidad
con los estándares internacionales de derechos humanos y reformar o derogar las
leyes secundarias en conformidad con los estándares internacionales de derechos
humanos sobre todo en materia forestal y minera.
Reconocer la propiedad comunal de los pueblos indígenas y
campesinos sobre su agrodiversidad, así como su importante papel en la
conservación de la misma.
Ratificar el Protocolo Facultativo del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Reformar la figura jurídica de la consulta pública de la
Ley General del Equilibrio Ecológico y de Protección al Ambiente (LGEEPA) para
conformarla con los estándares internacionales de derechos humanos.
Establecer en todas las legislaciones en materia
ambiental de los Estados el derecho a la consulta pública en conformidad con
los estándares internacionales de derechos humanos.
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