No
hay papel para los diarios
VENEZUELA
(ANB / El País).- “¡A los periódicos les llegará su hora!”, juró
sin recato el presidente venezolano, Nicolás Maduro, el pasado viernes en un
acto en el céntrico Estado de Miranda. “Me llamarán dictador, no me importa;
pero voy a endurecer las normas para acabar con el amarillismo y con la
propaganda que alimenta la muerte”.
Con la amenaza, una de las más
abiertas que haya proferido durante su todavía corta gestión de 11 meses, el
sucesor de Hugo Chávez al frente de la revolución bolivariana quería ponerle
coto a la cobertura que los medios de prensa privados hacen de la inseguridad
en Venezuela, uno de los principales problemas que aquejan a la ciudadanía y al
que el chavismo no ha encontrado cómo darle respuesta.
Por tanto, el Gobierno ha
optado por bajarle el volumen al tema en los medios, en particular, en la
prensa escrita, el último rescoldo de la libertad de información luego de que
los más populares medios como la televisión y la radio fueran domesticados o,
simplemente, aniquilados.
La declaración de Maduro le dio
además un contexto relevante para entender el propósito del torniquete con que
el Gobierno trata ahora de asfixiar a la prensa independiente que queda:
periódicos y revistas se están quedando sin papel para imprimir. No han
obtenido del Gobierno los permisos necesarios para acceder a las divisas
extranjeras con las que podrían comprar en el extranjero el papel, que se
importa en su totalidad.
Aunque muchos de ellos pasaron
por los 17 pasos burocráticos requeridos para obtener las divisas en el
enrevesado sistema de control de cambios que se estableció desde 2003, no se
les han entregado. Es el caso del diario El Nacional de Caracas, por ejemplo,
uno de los más importantes del país, cuya última autorización para importar
data de mayo del año pasado. Ahora, como muchos de sus pares en la capital
venezolana y del interior, se vio obligado a reducir sus ediciones a la mitad.
Con esos recortes, podría mantener las tiradas hasta mayo, horizonte temporal
que comparte con otros medios sobrevivientes; mientras tanto, en medio de la
crisis, 11 periódicos ya han tenido que cerrar operaciones.
Este martes, en Caracas, una marcha
recorrió algunas cuadras de la capital. La protesta, convocada por el Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) —que agremia tanto al personal
periodístico como técnico y obrero de los diarios— arrancó de la céntrica plaza
de Venezuela y tuvo un destino inusual: la sede del Centro de Comercio Exterior
(Cencoex), que sustituye desde enero al organismo administrador de divisas en
el régimen de control de cambio. El objetivo de la movilización era exigir que
se reabrieran los cupos para la importación de papel. El presidente del
Cencoex, Alejandro Fleming, se negó a recibir a la representación sindical.
Los manifestantes, aunque poco
numerosos —unos centenares— consiguieron reunir una representación genuina de
las redacciones de los principales medios impresos de Caracas, así como del
diario El Impulso de Barquisimeto (Estado de Lara, centro-oeste del país), el
más antiguo de Venezuela, también gravemente amenazado por la escasez de papel.
Los organizadores de la marcha aseguran que 30.000 empleos directos e
indirectos están en riesgo ante un eventual cierre de la gran prensa nacional y
regional.
El recorrido de la marcha se
completó con apenas un incidente menor, cuando un piquete de la policía
antimotín les impidió seguir su ruta original para evitar que pasaran junto a
la sede del temido cuerpo de policía política, Sebin. La posición oficial hasta
ahora niega que haya insuficiencias en el suministro de papel para la prensa.
Diversos portavoces gubernamentales han dicho que en los puertos del país aún
hay bobinas de papel sin retirar y que los medios privados hacen importaciones
excedentarias que, de hecho, les alcanzan para revender el producto. Todavía
este lunes el presidente de la Asamblea Nacional y número dos del chavismo,
Diosdado Cabello, atribuyó la alharaca de los medios a una intención
desestabilizadora. “Que los periódicos compren su papel”, retó Cabello, “el
Gobierno no les debe nada”.
El editor del diario El
Nacional, Miguel Henrique Otero, le salió al paso a esas declaraciones en un
preámbulo de la marcha. “Es verdad que el Gobierno no nos debe dinero”,
ironizó, “porque nosotros no le estamos pidiendo un préstamo. Lo que estamos
haciendo es pagar unas importaciones con nuestro dinero, pero en las actuales
reglas del juego al Gobierno le toca autorizar el acceso a las divisas y
liquidarlas”.
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