CÁRCEL DE EL ABRA
LA PAZ, BOLIVIA (ANB / Erbol).- Desde la cárcel del El Abra, el exgeneral Juan José Zúñiga denunció que ha sido víctima de “ensañamiento, abuso y humillación dentro del penal”, porque se pretende negarle el derecho básico a la visita familiar y a la alimentación.
“Mis
familiares llegan, tras recorrer largas distancias y sacrificarse, para poder
verme una o dos veces por semana. Sin embargo, los policías apostados en el
ingreso del penal ocultan sus nombres, les impiden registrarse y me niegan el
derecho de verlos. Esto ocurre pese a que existe una acción de libertad ganada
judicialmente, que prohíbe expresamente al penal cualquier tipo de restricción
a mis visitas”, dice un pronunciamiento del excomandante del Ejército difundido
mediante allegados.
Señaló
que la “crueldad ha llegado a extremos”, como regular la cantidad de agua que
puede beber.
“La
semana pasada, un familiar me trajo tres bidones de agua potable (de 4 litros
cada uno). La respuesta del régimen carcelario fue que solo podía consumir uno
y que el resto no ingresará”, señaló.
Acotó
que, en otra ocasión, un familiar le llevo diez naranjas, y de la misma manera
la Policía dijo que “tres naranjas por semana son suficientes para el general
Zúñiga.”
En
otro hecho, según Zúñiga, registrado este lunes, un familia fue a visitarlo,
pero le hicieron esperar más de dos horas “con el claro afán de impedir que se
concrete la visita”.
Aseveró
que ese familiar intentó dejarle diez limones para aliviar un resfrío, pero le
respondieron que “tres limones son suficientes para el general Zúñiga durante
la semana.”
“Me
tienen encerrado en una caja de ladrillo sin ventanas: esto es una muerte lenta
Lo que están haciendo conmigo no es un encierro: es una forma de tortura y de
matarme lentamente”, denunció.
Indicó
que está confinado 23 horas al día en una celda de ladrillo, sin ventanas, sin
ventilación, sin contacto humano. “Solo puedo ver el sol una hora al día. No
respiro aire fresco. No puedo moverme”.
“Mis
articulaciones se han atrofiado casi por completo a estas alturas. La única
hora que me permiten salir, la uso para hacer ejercicios, respirar y ver por un
momento el rostro de las personas”, acotó el exgeneral a tiempo de denunciar
que “es una muerte lenta y premeditada”.
Aseveró
que no tiene acceso a tiendas ni a puntos de venta dentro del penal, sino
depende totalmente de sus familiares para alimentación, hidratación y tratar
sus dolencias.
“Me
restringen el agua, la comida, la fruta, la medicina, la luz, el aire. Están
atentando contra mi integridad física, psicológica y moral. Lo denuncio con
firmeza: esto es trato cruel, inhumano y degradante. Exijo trato digno como
boliviano y soldado de la patria”, agrega su denuncia.
Responsabilizó
a las autoridades penitenciarias y a los policías del ingreso por cualquier
deterioro en su salud.

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