SEGÚN INVESTIGADORES Y OPERADORES
LA PAZ, BOLIVIA (ANB / Erbol).- El nuevo ciclo minero encuentra a Bolivia con un funcionamiento deficitario de sus empresas nacionalizadas, normas contradictorias en la gestión de regalías e impuestos, la explotación ilegal del oro e incertidumbre en la política del litio. Esos fueron algunos problemas anotados en el webinar “Presente y futuro de la minería nacional”, organizado por el CEDLA.
El Centro de Estudios para el
Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA) y la Plataforma Energética, junto a la Red
Nacional de Radios Mineras, con el apoyo del gobierno de Suecia, desarrollaron
dos jornadas del ciclo de debates “Presente y futuro de la minería nacional:
debate y evaluación de un ciclo que culmina”, los días 25 y 26 de mayo, con la
participación de estudiosos y actores de la minería en el país.
El nuevo ciclo está dado por una
caída en los precios internacionales de los minerales, desde el 2014, y la
importancia de la extracción del oro y de los recursos evaporíticos en la
demanda mundial.
¿Bolivia es aún un país minero?,
lanzó la pregunta Alfredo Zaconeta, investigador del CEDLA, a los primeros
panelistas. Inmediatamente las cifras del valor de la producción minera del año
2020, preparadas para el seminario, que ascienden a 3.253 millones de dólares,
dieron una respuesta positiva contundente.
El zinc es el mineral que más se
produce, habiendo llegado a 358 mil toneladas métricas finas (TMF) por 835
millones de dólares el año pasado; pero el oro genera mayores ingresos con
1.263 millones por 23 TMF.
El país explota y exporta más de
diez minerales tradicionales y otros no metálicos como el bórax, la ulexita y
ahora el carbonato de litio. Para Zaconeta, cada ciclo minero tuvo la
influencia de un mineral comenzando por la plata, seguido del estaño, el zinc,
los recursos evaporíticos y el oro.
El problema es que, desde el año
2009, cuando la participación de la minería en el PIB alcanzó al 7,6%, solo ha
registrado un descenso sostenido. Esta crisis se explica, en parte, por la
ausencia de inversiones públicas y privadas en el sector, una caída de la
producción en las empresas estatales (2019-2020), el monopolio de las
cooperativas en la producción del oro, escasas regalías del oro y una
incertidumbre respecto de los recursos evaporíticos, además de una información
geológica incipiente.
Sin información geológica
Fernando Cáceres, geólogo y
exdirector de prospección y exploración del Servicio Geológico Minero
(Sergeomin), confirmó la falta de información científica geológica y sobre las
reservas mineralógicas. Actualmente se generan 6,5 cartas geológicas al año, es
decir que el territorio boliviano estaría cubierto en 64 años, dijo, el mismo
lapso que habría que considerar como perdido.
“En todo este tiempo hubo un
incremento de 0% de reservas”, explicó Cáceres al referirse a los últimos 40
años. Y a pesar de ello el Plan de Desarrollo Económico se pone como meta
generar 1.600 millones de toneladas finas de mineral hasta el 2025, lo que
significaría un incremento de 750% en las reservas del Estado y 156% en las
reservas de las empresas privadas.
En síntesis, tenemos “un
territorio poco conocido e infraevaluado, con un potencial mineralógico sin
datos oficiales de las reservas” aseveró Cáceres.
Precios internacionales altos A
pesar de las dificultades, incluidas las provocadas por la pandemia, el
incentivo para que la minería continúe está formado por los altos precios
internacionales. El 25 de mayo, la onza troy de oro y plata estaba en 1.882 y
27,55 dólares, respectivamente, y la libra fina de estaño en 14,12 dólares.
Pero Héctor Córdova, expresidente
de Corporación Minera de Bolivia (Comibol), no piensa así. En su criterio, esos
precios favorables fueron más bien una cobertura para disimular los errores de
gestión del sector minero que se suma a otros factores para explicar los
intentos, frustrados hasta ahora, de industrialización.
La exautoridad explicó que, entre
otras cosas, no haber logrado generar valor agregado se debe a una visión no
compartida acerca del rol de una Corporación Minera de Bolivia (Comibol)
“poderosa, libre de cooperativas”, y de un Estado dominante en la cadena
productiva. En un análisis de las operaciones mismas, identificó también la
falta de profesionales especializados, la dependencia de los insumos
importados, los altos costos de las empresas estatales y, en el campo
político-económico, la opción por liberar la comercialización de los minerales
y metales.
En ese panorama complejo, Córdova
remarca que la Comibol necesita una refundación para que su oficina central
integre a sus empresas en su institucionalidad porque actualmente se desempeñan
en baja productividad y prácticamente dirigidas por los obreros en la minería
nacionalizada.
Por su parte, el rol de los
gobiernos departamentales y municipios, fue analizada por Esteban Pati,
exsecretario Departamental de Minería de la Gobernación de La Paz, desde la
dificultad de los niveles subnacionales para tener algún rol fiscalizador en la
gestión de la explotación minera que se desarrolla en sus jurisdicciones,
incluido el cobro de regalías que legalmente deben ir en 85% a las arcas de la
gobernación y en 15% a las del gobierno municipal.
Como síntesis de ese panorama
complejo para la Gobernación, derivado de las normas contradictorias entre sí,
actualmente 20 empresas comercializadoras adeudan 59 millones de dólares en
regalías al departamento. A pesar de ello, ese es un problema de menor
dificultad si se compara con la actividad ilegal de la explotación del oro que,
según Pati, en el caso de Arcopongo, representa incluso la posesión de un
territorio cuyo acceso está prohibido a las autoridades de la Gobernación y del
Ejército.
Por diferentes razones, Javier
Diez de Medina, representante de los mineros medianos, opinó que se debe
cambiar la ley minera para hacerla menos burocrática y con menor carga
ideológica. “Hemos estado viviendo un resabio de lo que fue la Comibol, post 52
y debería venir una nueva Comibol, con nueva sangre, con una fuerza que se basa
en ser emprendedores, que van a ganar dinero, van a ser eficientes, van a ser
productivos”, dijo.
Actores de la minería
¿Qué dicen los actores
productivos de este panorama complejo de la minería? José Luis Chorolque,
cooperativista y exviceministro de Cooperativas Mineras, admitió que el
gobierno apoyó a una parte de las cooperativas del sistema con proyectos para
su funcionamiento, pero insistió en que en general se trata de actividades con
escasa inversión y con bajos costos por sus técnicas artesanales.
Como cooperativista, él estaría
de acuerdo en cumplir con todas las obligaciones, incluidas las impositivas, si
el Estado proporcionara información geológica de un área solicitada. “Nosotros
vamos a áreas abandonadas por Comibol, sin tener información, cómo me puedo
comprometer (a contribuir), necesito hacer una planificación (con base en
datos)”, dijo antes de demandar asistencia técnica y trabajos de prospección
exploración desde el Estado.
Acerca del funcionamiento
deficitario de las empresas estatales, Richard Callisaya, minero de Huanuni y
exdirigente de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia
(FSTMB), señaló varios problemas de gestión y, a modo de ejemplo, relató el
caso de un ingenio inaugurado el año 2015 en Huanuni, sin funcionamiento hasta
la actualidad, al punto de que los trabajadores sienten “desesperación” por
tener esa infraestructura no apta para la concentración de los minerales.
Callisaya dijo que la misma
empresa china que levantó el ingenio se ha adjudicado la construcción del dique
de colas con 20 millones de dólares, y también incumplió el contrato. Los
trabajadores demandan ahora una auditoría a la Contraloría General del Estado
para establecer responsabilidades de estas contrataciones.
Mientras eso sucede en la minería
tradicional, la tecnología mundial en la explotación de los recursos
evaporíticos avanza a ritmos superiores a las decisiones políticas bolivianas.
El investigador Ariel Slipak, miembro del Grupo de Geopolítica y Bienes Comunes
en Argentina, explicó que la crisis de la pandemia no ha afectado la proyección
de alta demanda futura de coches eléctricos en el mundo, lo que tendrá
repercusiones en la demanda del litio a pesar de la caída de precios de los
últimos años.
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