Se
concentran en Washington
LA PAZ, BOLIVIA (ANB / Erbol).- Decenas de miles de personas se concentraban este sábado en
Washington para marchar en apoyo a las minorías, los inmigrantes y los derechos
civiles y sociales, especialmente los de las mujeres, que temen estén en
peligro con la llegada de Donald Trump al poder.
Tan
solo unas horas después de que el republicano jurara el cargo como presidente
45 de Estados Unidos y firmara su primera orden ejecutiva, con la que paralizó
de inmediato una parte de la reforma sanitaria de su predecesor, el demócrata
Barack Obama, estadounidenses venidos de todo el país, pero también personas
venidas desde Canadá o México, confluyeron en las afueras del Capitolio para
participar en la Marcha de las Mujeres, para la que han confirmado su
asistencia en las redes sociales más de 200.000 personas.
Una
cifra que, en vista de la congestión del metro —a dos horas del comienzo de la
concentración era ya casi imposible montar en un vagón— y de las avenidas
próximas al origen de la marcha, no parecía exagerada.
Therese
Anderson viajó desde Minnesota junto con su hermana Jennifer para participar en
la marcha, la primera de su vida, subrayó. “Eso te da una idea de lo importante
que era para mí venir aquí”, explicó Therese, para quien era fundamental
marchar en Washington en “apoyo a toda la gente humillada por Trump durante la
campaña electoral”. Anderson trabaja en temas de desarrollo internacional y
dice estar muy preocupada por que Trump pueda poner freno a las ayudas a países
pobres. Pero no es lo único que le inquieta del nuevo presidente. “Nos hemos
pasado los últimos cien años intentando hacer mejor este país y no queremos que
Donald Trump lo eche todo a perder”, señaló.
Ese
mismo sentimiento le llevó a Hope tomar un avión desde Milwaukee -“que estaba
lleno de mujeres”, subraya— para viajar hasta Washington. Muchas más mujeres de
su ciudad se organizaron en las redes sociales para viajar en autobús, agrega.
Hope portaba en sus manos una pancarta hecha por su hija con un mensaje
sencillo escrito con letras infantiles: “Somos seres humanos, no muebles”. En
la espalda, una capa roja con un mensaje a Trump: “Escúchanos, estás para
servirnos” firmado por 15 amigos y amigas que no pudieron desplazarse hasta
Washington.
A la
cabeza, como miles de mujeres y hombres más esta mañana lluviosa en la capital
estadounidense, Hope portaba un gorro de lana rosa hecho a mano con la forma de
las orejas de un gato. La prenda, que este sábado sustituía la gorra roja de
los trumpistas de la víspera, se ha convertido en un símbolo contra Trump. Se
la llama el “pussy hat”, un juego de palabras con el doble sentido de “pussy”,
que significa tanto gatito como “coño”, y hace referencia a la misoginia del
nuevo presidente y a las revelaciones que casi hacen descarrilar su campaña de
que, hace una década, se vanaglorió de que podía hacer con las mujeres “lo que
quiera, incluso agarrarlas por el coño” sin su consentimiento.
La
Marcha de las Mujeres, que empezó como una iniciativa privada de una mujer que,
consternada por la victoria de Trump preguntó en Facebook a varias de sus
amigas si se animarían a ir a Washington al día siguiente de la investidura, ha
acabado convirtiéndose en un fenómeno nacional y hasta internacional apoyado
por estrellas como Cher, Lena Dunham, Katy Perry o Robert DeNiro y que recoge
intereses tan variados como la defensa de la igualdad salarial o el derecho a
maternidad, los inmigrantes, el medioambiente o la comunidad LGTBI. Pero lo que
está considerado ya como la “otra inauguración” en Washington tiene un
denominador común: la “preocupación y miedo” que ha provocado la llegada a la
presidencia estadounidense de alguien tan divisivo, agresivo y misógino como
Donald Trump, y la necesidad de demostrar que las minorías, en su conjunto, son
tan numerosas que “es imposible ignorarlas”, según los principios de la Marcha.
La
concentración bebe, tanto en nombre como en ideales, de la Marcha del Millón de
Mujeres que hace justo 20 años reunió en Filadelfia a miles de mujeres
afroamericanas que reclamaron más oportunidades para la comunidad negra, así
como de la histórica Marcha por Trabajos y Libertad en la que en 1963 Martin
Luther King pronunció su histórico discurso “Tengo un sueño”.
Tomado
de El País.
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