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sábado, 3 de diciembre de 2016

ESTE ES EL JOVEN QUE AYUDÓ A RESCATAR A LOS HERIDOS DURANTE LA TRAGEDIA

La historia del joven rescatista trascendió fronteras y llegó a medios internacionales. Hasta este jueves su identidad era desconocida. FOTO ESTEBAN VANEGAS Y CORTESÍA
COLOMBIA (ANB / Sitio elcolombiano.com).- Los últimos segundos en el aire del avión RJ 85 sorprendieron a Johan Alexis y a su padre Miguel Ramírez acostados viendo televisión en el rancho que tienen en el municipio de La Unión. El fuerte zumbido y un estruendo similar al de un trueno los paró de la cama. Eran las 9:54 p.m. y afuera, a la intemperie, el frío arreciaba y lo que parecía humo terminó siendo la neblina que a esa hora de la noche complicaba la visibilidad en el Oriente antioqueño. Salieron a mirar qué había pasado pero no vieron nada.


Luego, padre e hijo se enteraron del siniestro por los medios de comunicación. Ahí fue inevitable relacionar lo que veían por TV con lo que habían escuchado un rato antes en medio del silencio de la noche en la vereda Pantalio. Aún no lo sabían pero estaban a cuatro minutos caminando de donde cayó el avión.

En medio de la noche salieron a buscar el lugar exacto y los gritos de los primeros rescatistas que llegaron al sitio los alertaron: “Ya había algunos bomberos y policías cuando llegamos, gritaban que a un lado había uno, que allí estaba el otro. Comenzaron a sacar los heridos pero estaban abriendo trocha hacia el morro y así era muy demorado, así que les dijimos que había un camino más fácil y más rápido”, recuerda Johan Alexis, quien estuvo casi tres horas apoyando las labores de rescate.

El joven de 15 años y su padre guiaron a los rescatistas por el camino de arriero que siempre transitan cerca de sus cultivos de tomate, frijol y arveja y que los saca directo a la carretera:

“Ya estaban saliendo con Alan (Rushell, el primer rescatado con vida) y le dije a un bombero que era como uno de los jefes que yo conocía el camino, los acompañé y me vine corriendo donde estaban los policías para decirles que teníamos uno de los heridos en la carretera. Ya había un viaje de carros que habían llegado al lugar”, comentó este joven que acaba de terminar noveno grado en la institución educativa La Paz de La Ceja.


Johan cuenta además que se dividió con su padre para que cada uno guiara a un grupo de rescatistas: Cuando iba subiendo para ayudar a otro, mi papá venía bajando con otro grupo. Hubo uno al que cargamos unos diez o quince metros pero murió, no alcanzó a llegar a la carretera”.

Miguel, su padre, recuerda de esa fría noche que el niño siempre estuvo muy atento y corría de un lado para otro: “Fue por un machete para dañar el lindero del cerco y poder pasar las camillas, llamaba a los carros para que bajaran a recoger a los heridos. Nos tocó todo porque estábamos al lado”.

Johan, según le contó a EL COLOMBIANO, también ayudó a rescatar al portero Jackson Follman. Cuando volvía a subir el papá ya iba con un grupo de rescatistas que transportaba a la auxiliar de vuelo Ximena Suárez.

No era niño “fantasma”

Por la imposibilidad de contactarlo, muchos medios de comunicación reseñaron la historia de Johan como el niño “fantasma”. Algunos rescatistas confirmaron su ayuda pero nadie dio razón de él luego de varias horas de la caída del avión que transportaba a la delegación de Chapecoense.

De arriba para abajo estuvieron tanto Miguel como Johan con los rescatistas hasta que un agente de la Policía los sacó de la zona de la tragedia: “Subíamos por más heridos cuando cerca de las 2:00 a.m. un policía nos sacó mal sacados, nos dijo que nos fuéramos, que quién sabe con qué intenciones habíamos ido. Un bombero discutió con él y le dijo que estábamos colaborando. Para evitar problemas volvimos al cambuche donde pasamos la noche”.

Además de Johan (hijo) la familia Ramírez Castro está compuesta por su padre (Miguel), su madre (Miriam) y su hermanita Jessica de tan solo cinco años. Viven en la vereda Fátima de La Ceja y tardan una hora caminando hasta el terreno de la vereda Pantalio en La Unión donde tienen un terreno con cultivos.

A pesar de estar exhausto Johan no pudo dormir esa noche: en parte porque algunos rescatistas llegaron allí para escamparse de la lluvia que arreció en la madrugada, y en parte por la impresión de lo que había visto y vivido en esas primeras horas luego del accidente:

“Estaba muy cansado pero no pude dormir. Sin embargo me dio mucha satisfacción ayudar a salvar vidas y nunca lo hice para ir a buscar objetos materiales”, señala este joven que se declara hincha furibundo de Atlético Nacional.


El miércoles Johan fue condecorado en la Institución Educativa La Paz del municipio de La Ceja. El reconocimiento lo recibió por buen estudiante (va para décimo) aunque tres días antes se hubiera graduado de manera empírica en filantropía y rescate.

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