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| Marcos Balfagón |
ESPAÑA (ANB / tomada de:
elpais).- Twitter fue la primera red
social que nació con el móvil en mente. Era 2007 y el iPhone aún estaba en
manos de solo unos pocos privilegiados. Pero la decisión de que los tuits
tuvieran un máximo de 140 caracteres obedecía a la limitación establecida para
los SMS, que era como el nuevo servicio se usaba inicialmente. Su esencia
consistía en contar qué estaba pasando, como en un blog minimalista, y el
contenido se publicaba en orden cronológico: lo más reciente aparecería en la
parte superior de la pantalla. Desde el miércoles esto ya no es así.
Ahora, la empresa considera que los usuarios deben ver
primero lo que ha sido lanzado a esta red social mientras estaban ausentes. A
los tuiteros — supuestos beneficiarios de este cambio—, esto les ha parecido
una traición y han desatado una ruidosa tormenta de críticas. Así, mientras la
compañía estrenaba un
algoritmo pensado para destacar lo más relevante atendiendo a
criterios de popularidad entre los usuarios y no a un orden cronológico que
premiase la novedad, el hashtag (la etiqueta con que se aúna un tema de
conversación) #RIPTwitter se convirtió en tema candente (trending topic). Ni en
sus peores pesadillas se esperaban en Twitter una rebelión de sus fieles de tal
calibre. El lema del despotismo ilustrado, aquel “todo para el pueblo pero sin
el pueblo”, se les volvió en contra en tiempos de hiperconexión.
Desde la red social pusieron en marcha los polémicos cambios
y se afanaron en reiterar que son opcionales. Aquel mismo día presentaron los
resultados financieros del último trimestre. No eran buenos. Aunque
alcanzaron unos ingresos de 710 millones de dólares, perdieron más dinero que
en el trimestre anterior, 521 millones de dólares y, por primera vez, la
cantidad de personas que usa Twitter baja: se ha pasado de 307 a 305 millones
de usuarios activos. Un peligroso tobogán por el que es fácil deslizarse, pero
casi imposible trepar. El valor de las acciones se resiente, y planea alrededor
de los 14 dólares.
Twitter ratificaba lo que sus inversores temían, su
estancamiento. Cuenta con el mismo número de usuarios que Facebook en 2009.
Ahora Zuckerberg presume de tener en su red más de 1.500 millones de perfiles
—1.000 millones se conectan a diario— y se plantea como meta llegar a los 5.000
millones de usuarios en 2030.
La actualidad de 2016 le regala a Twitter un balón de
oxígeno en forma de contenido en tiempo real, su especialidad. A pesar de los
contratiempos, son los reyes de la última hora y uno de los principales
vectores de tráfico de los medios de comunicación. Los Juegos Olímpicos y las
elecciones en Estados Unidos son el comodín de noticias de actualidad con el
que demostrar que las modificaciones realizadas en su sistema son mejoras.
En la conversación con los analistas posterior a la
presentación de la cuenta de resultados, Jack Dorsey —el mesiánico fundador y
consejero delegado, llamado a salvar la empresa— dejó claro que no piensa
ceder. Por mucho que los más viejos del lugar se entreguen al ciberactivismo en
su propio patio y anuncien la muerte de Twitter, el salvador de su propio
invento no cede. El orden cronológico (timeline) ha sido la primera habitación
de la casa que sufre reformas. Las obras seguirán y afectarán a la fórmula para
referirse a otro usuario y las conversaciones. “Estamos intentando refinar todo
aquello que crea confusión e impide el crecimiento”, concluyó. ¿Leña al fuego o
tabla de salvación?
El hashtag (la etiqueta
con que se aúna un tema de conversación) #RIPTwitter se convirtió en tema
candente.

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