Asegura que García Linera, además de ser su mejor colaborador, es su amigo. |
SANTA CRUZ, BOLIVIA (ANB / El Deber).- El presidente repasó los 10 años de gestión en una
entrevista de casi dos horas. Está orgulloso de la nacionalización, la
Constitución y el crecimiento económico. No se arrepiente de nada, pero sufrió
con la matanza de Huanuni, la muerte de Chávez y la corrupción de Santos
Ramírez.
Algo
ha cambiado. Diez años no pasan en vano. Evo Morales está más flaco, más
ojeroso y más locuaz que cuando asumió el poder, hace exactamente una década.
Camina firme con zapatos de cuero, traje cortado a la medida y sonrisa
confiada. El poder ha dejado su huella en él. Cada vez combina mejor con el
Salón Dorado de Palacio Quemado, aunque solo lo use para dar entrevistas. Dice
que es muy lujoso, que no se adapta, que mejor se sentirá en el nuevo palacio
de 20 pisos que crece detrás del Quemado.
Ya
lleva más tiempo en el cargo que ningún otro mandatario -democrático o de
facto-. No ha tenido rival en las urnas y no se asoma un sucesor firme. Quiere
más tiempo en Palacio. No le alcanza hasta 2019 y quiere llegar a 2025. Dice
que no sabe si festejará hoy o si estará triste porque le queda un año menos.
En esta década, ha logrado simplicar qué es un buen Gobierno a pocos elementos:
que haya movimiento económico y que el país sea autosuficiente en generación de
alimentos.
EL
DEBER: Lleva 10 años en Palacio, ¿cómo los ha pasado?
Evo
Morales: Como si nada. Los primeros días, las primeras semanas, sentía que
había pasado mucho tiempo. Ahora, el mes parece una semana, la semana parece un
día. A veces pierdo la cuenta de si es sábado o lunes. Es lo mismo si es
feriado, sábado o domingo, no conozco vacación. Nuestros cargos son prestados,
tenemos tiempo limitado y tenemos que devolver la confianza a nuestro pueblo.
Por eso 10 años no los siento. Será un año de la tercera gestión. Tengo miedo
de festejar, porque es un año menos.
ED:
¿En qué tiene que poner más énfasis?
EM:
En reducir la pobreza, en cumplir con la agenda patriótica 2025, pero estamos
conformes. Tanto hemos reducido en corto tiempo. Y, en lo económico, que siga
creciendo la economía. Esa es la gran fortaleza del proceso.
ED:
Usted dice reducir la pobreza pero, ¿cómo va a evitar que ese porcentaje que ha
salido de la extrema pobreza vuelva a caer en ella, como en Brasil?
EM:
Dos cosas: que no haga faltar movimiento económico ni alimento; que no seamos
un país consumista sino productor. Y para que no falte movimiento económico es
con inversión. Hay países, empresas privadas, que nos proponen invertir con
tasas de interés blandas o bajas. La ventaja para que haya mayor inversión es
que la deuda externa es solo 17% en relación con el PIB. Eso asombra al mundo.
Hay que invertir, energía y en caminos.
ED:
¿Esas son las prioridades?
EM:
Primero es energía, porque es una empresa productiva. Segundo está caminos,
porque es integración, también puertos, ferrocarriles. También la parte
agropecuaria y la industrialización con petroquímica y litio.
ED:
Hace 10 años, ¿qué cree que hizo que el pueblo confíe en usted? A usted lo
tildaban de narcotraficante, había sido expulsado del Congreso…
EM:
(Interrumpe). Me decían Bin Laden Andino, el terrorista, bloqueador. Yo siempre
saludo al movimiento indígena originario, pero también al trópico de
Cochabamba. Desde la primera marcha, siempre hemos planteado dignidad y
soberanía. En algún momento dijimos hay que casar coca con petróleo, defender
coca, pero nacionalizar el petróleo. Y eso gusta al pueblo porque no es
imperialista. En EL DEBER, un empresario privado respondió que prefería dormir
con piedras en la puerta de su casa que con bala. Me di cuenta ahí de que la
vía no era la lucha armada, que había revolución que no se hace ni con armas ni
con bala, que se podía hacer una revolución democrática.
ED:
¿Había la posibilidad de que se vuelva una guerrilla?
EM:
Estaba, costó evitar una confrontación armada, por eso preferíamos bloquear.
Ahora los resultados son los de una revolución pacífica y en paz.
ED:
¿Cuáles fueron los momentos más felices de estos 10 años?
EM:
La nacionalización en lo económico, la promulgación de la nueva Constitución en
lo político. Ahora, las informaciones internacionales que reconocen, hasta los
periodistas de la derecha, del imperio, y también los organismos
internacionales, nuestro crecimiento económico. No es un reconocimiento para
Evo, sino para el pueblo boliviano. Qué importante había sido la estabilidad
política para que Bolivia cambie. Ahora tenemos la nueva Bolivia.
ED:
¿Cuáles son las características de lo que usted llama Nueva Bolivia?
EM:
Igualdad, dignidad, y eso se logra con unidad. Hay confianza y esperanza en
este proceso, en estos cambios con base en la inversión. Hay integración de
Bolivia y paz. Hay pequeños conflictos, pequeños grupos, pero no hay diferencia
sobre temas estructurales. Eso es lo más importante.
ED:
¿Cuáles son los defectos de esta nueva Bolivia?
EM:
La justicia es lo peor que tenemos. El contrabando, que es un poco coyuntural
por la devaluación de los vecinos y afecta la producción. Pero el problema
estructural es la justicia.
ED:
¿Cuáles fueron los momentos más duros?
EM:
Me ha dolido bastante cuando los hermanos mineros se mataron en Huanuni. No
podía entender que entre hermanos del mismo rubro podrían enfrentarse con
muertos. En lo internacional, la muerte de Chávez. Fue muy dura, porque Chávez
nos enseñó a no tener miedo, a levantar la voz, que cuando el pueblo está unido
levantamos la voz sin miedo. Otro momento difícil fue enterarme de que Santos
Ramírez estaba involucrado en hechos de corrupción. Otro momento difícil era
cuando los departamentos llamados de la media luna se convocaron a la autonomía
y confundían autonomía con la independencia.
ED:
Usted dijo que los indígenas eran reserva moral de la humanidad. ¿Le dolió
verlos implicados en corrupción?
EM:
Estoy seguro de que hubo pocos pícaros que han robado mediante proyectos
fantasmas. Estoy convencido de que los problemas son porque no somos expertos
en administración de proyectos y por falta de buen acompañamiento en la parte
profesional, en la parte administrativa, se cometió errores. Hemos revisado los
datos, hay como 40 proyectos fantasmas, que hacen un total de $us 2,5 millones,
frente a los corruptos de antes que se llevaban $us 20, 30, 100 millones.
ED:
El exdirector del Fondioc dijo que la ministra Achacollo usó alrededor Bs 500
millones para campaña del MAS.
EM:
¿Cuánto? ¿500 millones para campaña? Quién va a creer. Aramayo es un
delincuente confeso que no sabe cómo defenderse. Para mí, la organización de
base del movimiento indígena sigue siendo la reserva moral de la humanidad. De
algunos es muy sospechoso, de otros hubo mala administración y a esos los
defiendo.
ED:
Aramayo le apunta a Nemesia Achacollo como si con ello lo hiriera en su seno
familiar.
EM:
(Se ríe). Sí, dicen que Evo la protege porque es suegra del Evo. Otra mentira.
Yo me acuerdo que era 7 de agosto, estaba en Trinidad por el día de las FFAA,
llegamos en la noche y al día siguiente había reunión de gabinete. Entro y veo
a las ministras y ministros preocupados. “Por qué están preocupados”, les
pregunté. “Doria Medina dijo que habías embarazado a la hija de la hermana
Nemesia”, me dicen. ¡Uuuta, yo me he reído! “Esto es una mina de oro,
políticamente”, les he dicho. “Hay que denunciar, es una mentira”.
ED:
Su relación con Santa Cruz comenzó con enfrentamiento, pero luego se arregló.
EM:
Estoy sorprendido, mirá. En dos encuestas ganamos en Santa Cruz y el primer año
era difícil caminar. Siempre me esperaban muchos jóvenes con petardos. Me
acuerdo que una vez había demasiado petardo fuera del hotel Casa Blanca. Les he
dicho: “Váyanse ustedes con la caravana” y se fueron. Los jóvenes siguieron la
caravana y yo salí después tranquilo, solito. Otra vez mandé a decir a los de
seguridad que a las dos de la mañana iba a meter chicas simpáticas y los
periodistas se amanecieron esperando. Tal vez vos has caído en ese tema.
ED:
¿Y metía chicas?
EM:
¿Yo? Hombre santo, por si acaso.
ED:
Alguna vez me contaron que tenía una novia, rubia, de 26 años.
EM:
¿Rubia? Rubia no. Nunca.
ED:
¿No le gustan las chocas?
EM:
Me pueden gustar, pero no son de confianza, prefiero a mis hermanas del campo.
Con ellas hay mucha más confianza.
ED:
¿Sigue sin novia?
EM:
Usted sabe que tengo novia, ¿o no sabe? Mi novia es Bolivia.
ED:
¿Va a seguir viajando?
EM:
Sí, es otra forma de gestión. César Cocarico, cuando estaba de gobernador, me
decía: “No creo que haya otro presidente que trabaje tanto”. Desde el momento
que tuvo uso de razón, nunca había conocido a presidente y vicepresidente que
se lleven bien.
ED:
¿García Linera va a llegar a ser presidente?
EM:
Noo, eso pregúntele a Álvaro.
ED:
Él dice que no.
EM:
No sé, pero también, después de esto, ¿qué nos toca? Irnos a nuestras casas.
Tenemos que terminar la gestión. Tuto dice que Álvaro quiere ser presidente.
Claro, quisiera ver a Álvaro como él se llevaba con Banzer. Ni siquiera sus
esposas se hablaban. Para Tuto debió ser una gran felicidad que Banzer tenga
cáncer. Los problemas entre presidente y vicepresidente vienen de la parte
económica y después tiene el problema político. Ambición, ese fue el problema
de Mesa con Goni.
ED: Y
Álvaro es leal.
EM:
Nunca he sentido ambición personal en él. Nunca lo he sentido con la ambición
de sacarlo a Evo. Desde el primer año, por redes sociales, por panfleto, nos
quisieron enfrentar. Yo recuerdo que la Silvia Lazarte, cuando era presidenta
de la Constituyente, me dijo: “Hermano Evo, cuídate, el Álvaro nos va a sacar
de presidente”. “Cállate”, le dije. Ahí me inventé que somos un toro blanco y
un toro negro, y como yunta trabajamos por Bolivia. Álvaro es mi mejor
secretario, un amigo de confianza, porque para trabajar bien, hay que tener
confianza y eso se construye con sinceridad. Cuando tengo problemas, le
pregunto cómo me puede ayudar, no solo cuestiones de gestión sino también
problemas personales. Él también me cuenta. Jamás he sentido que se crea
presidenciable.
ED:
¿Quiénes han sido sus mayores colaboradores?
EM:
Álvaro, de lejos. A Álvaro le pido que convoque al ministro, que revise sus
planes cómo están. Y yo me voy. Antes, él no viajaba y se quedaba en el
escritorio revisando los datos.
ED: Y
en un segundo escalón, ¿quiénes están?
EM:
En tema político, Juan Ramón (Quintana). En tema económico, Luis Arce. En
relaciones internacionales, David (Choquehuanca). Son tres. Cada ministro,
ministra, tiene su propia forma de ser, su particularidad para hacer gestión.
En temas de seguridad, el ministro de Gobierno (Carlos Romero) está dando
buenos resultados. Es evaluador, analista, calcula muy bien. Hasta en deporte
calcula bien.
ED:
¿Es muy exigente con los ministros?
EM:
Obligado, sino no funciona. Cuando yo era dirigente ni renegaba. Aquí es mucha
responsabilidad y como soldados hay que cumplir.
ED:
¿Es verdad que mandó a arrestar a algún ministro por llegar tarde?
EM:
¿Por llegar tarde? No. Le cuento una experiencia, a ver. Llegaron las
inundaciones de 2007 o de 2008, todavía no teníamos plata del Tesoro, era de
cooperación. Se ha decidido y se le da la plata de la cooperación al ministro,
pero voy a ver y nada había llegado. La gente afectada por inundación seguía en
carpita, sin comida. Llego a La Paz y pregunto al ministro, por qué no había
hecho. “Está resuelto”, me dice todavía. “No está resuelto, estoy viendo”, le
digo. “Ministro, se queda en Palacio”, ordeno. Llamo al jefe de la casa militar
y digo que el ministro no sale de Palacio. Gritando ahí, en tres horas resolvió
todo lo que no hizo en tres meses. Si no hacía eso, pasaba un mes o dos meses
más sin resolver. Me ha dolido; pero si no tomamos decisiones, no somos
Gobierno, somos poder decorativo, no somos Poder Ejecutivo. Así nomás hay que
ejecutarlos.
ED:
¿Cómo decidió firmar el decreto de nacionalización?
EM:
Con mucha alegría.
ED:
Pero era una jugada arriesgada, le salía bien o le costaba el Gobierno.
EM:
Tenía mucha confianza en las Fuerzas Armadas, planificamos. Trabajamos muy
bien, solo Álvaro sabía los detalles. Ni el ministro de entonces, Andrés Soliz
Rada. Quería 82% (para Bolivia) y 18% (para las empresas petroleras
transnacionales), máximo, máximo podría ser 51 y 49% decía Soliz Rada. Máximo
llegamos con Andrés a 60-40. Yo tenía un departamentito en anticrético en la
avenida 20 de Octubre. Ahí nos reuníamos, porque cuando nos reuníamos en
Palacio se filtraba a la prensa. Se filtraba porque Álex Contreras era el
vocero y sacaba información por debajo. Muy desleal el Álex. Así nos fuimos al
departamento, éramos yo, Álvaro, a veces el ministro de Planificación, Carlos
Villegas, Juan Ramón y Andrés. Había asesores venezolanos, españoles, cubanos y
creo que había un ecuatoriano y otro colombiano, expertos en petróleo. Les
preguntaba si con el 18% podían tener utilidades. Al final dijeron que sí, que
podían.
ED:
¿Le va a costar ganar el referendo?
EM:
No, no es un problema ganar, tenemos ganado el referéndum con amplia mayoría.
El triunfo está garantizado, aunque usted haga campaña por el No, pero no
importa. La mayoría de la prensa está por el No, pero no puede hacer campaña de
frente.
ED:
¿Qué va a pasar con el MAS cuando usted ya no esté?
EM:
Aquí no se trata de grupos, sino son los movimientos sociales, esa es la
particularidad del movimiento indígena. Evidentemente depende de cómo se
conduzcan. Si el MAS en el futuro no claudica en sus principios, ni en los
valores, esto va por mucho tiempo. Puede haber esas dudas, como el MNR, que
claudicó, se volvió neoliberal y cayó. Hay principios: nacionalismo,
antiimperialismo y anticapitalismo. Solo puede fracasar este proceso si cambia
de rumbo ideológico. Segundo, que este proceso no maneje bien las cosas. En
poco tiempo hemos demostrado que estamos mejor sin el imperio y sin la
dominación externa. Si no falta movimiento económico, si no falta alimentos, y
sobre eso vamos reduciendo la pobreza, y si no falta agua y energía, pueden
protestar, pero no hacer movilizaciones para cambiar al presidente.
ED:
¿De qué se enorgullece?
EM:
Primero, orgulloso de nuestros movimientos sociales. Algunos me dinamitan, pero
entiendo. Después de que pasa el conflicto nos sentamos y nos entendemos.
Después de la pelea tenemos que querernos. Somos pueblo, somos movimientos
sociales y tenemos que entendernos. En el campo dicen pacto de sangre. Aunque
me vaya mal, nunca me abandonarían y yo nunca los abandonaré. Es un Gobierno
histórico, único en el mundo: los movimientos sociales se adueñaron del
Gobierno.
ED:
¿De qué se arrepiente?
EM:
Arrepentirme no. Si estuviera arrepentido, no estaría aquí, ya me hubiera ido.
ED: Y
de la gestión, ¿hay algo de lo que se arrepiente?
EM:
La gestión, ¿qué? Tampoco. ¿El tema de la nivelación del precio del
combustible? Después de que retrocedimos, una encuesta dijo que el 51% veía que
estaba bien la nivelación.
ED:
Después de 10 años en el Palacio, ¿qué es el poder?
EM:
No sé si es poder de Evo, yo no entiendo así. Para mí el poder es del pueblo.
ED:
¿Se siente un caudillo?
EM:
No. Por qué yo digo jefes, jefas, porque para mí, el pueblo es mi jefe. No
entiendo qué es caudillo. Dígame: ¿qué presidente en el mundo está en
permanente reunión con los movimientos sociales? Qué entiendo por caudillo,
todo instruir y ejecutar bajo represión. Eso entiendo por caudillo.
ED:
¿Se ha alejado de los indígenas?
EM:
Dicen.
ED:
Ven que su Gobierno tuvo un giro en 2010 hacia el nacionalismo, alejándose del
indigenismo.
EM:
En este proceso los que más ganan son el movimiento indígena y las mujeres. Es
el sector más excluido en la historia. Aquí lo que importa son políticas y
programas. En política, un hermano indígena de la zona amazónica con 400 o 500
votos es diputado y uno de la zona de El Alto, con más de 100.000 votos. ¿Eso
es abandonar al movimiento indígena? ¿Reunirme con ellos permanentemente es
abandonar? Claro, la derecha maneja ese discurso para enfrentarnos. Tantos
programas para el movimiento indígena de Oriente y occidente. Hay políticas
acompañadas de programas y proyectos para los indígenas.
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