Escribió
una carta
LA PAZ, BOLIVIA (ANB / Erbol).- El vicepresidente Álvaro García Linera afirmó, mediante una
carta, que cuatro organizaciones no gubernamentales (ONG’s) “utilizaron” a los
intelectuales, que a través de una nota le expresan su preocupación por la
amenaza de expulsar a estas entidades de Bolivia.
“Lamento
profundamente que hayan sido utilizados por estas cuatro ONG en su intento de
simular una imagen autoritaria de ‒bien lo saben ustedes‒ uno de los países más democráticos del mundo”, dice la carta de la
autoridad
La
semana pasada, García Linera aseveró que cuatro ONG’s -Fundación Tierra, la
Fundación Milenio, el Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB) y
el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA)- hacen
política y “mienten”. En esa misma alocución, advirtió que se expulsará del
país a las organizaciones que se entrometan en asuntos internos.
Alertados,
un grupo de intelectuales envió una carta al Vicepresidente y en la misiva
afirman que “dichas acusaciones y amenazas constituyen un gesto de autoritarismo
e intolerancia de su parte que, además de concretarse por la vía de la
expulsión, implicarían un grave corrimiento respecto de la restricción de los
derechos civiles”.
García
Linera calificó de falso que haya amenazado con expulsar a estas cuatro ONG’s.
“La
preocupación suya es comprensible, pues les mintieron. Ustedes se alarmaron
porque ellas les dijeron que yo había propuesto expulsarlas. ¡Nada más falso! A
quienes sí advertí con la expulsión del país, es a organismos extranjeros que
se entrometan en actividades políticas, que mellen la soberanía del Estado
Plurinacional de Bolivia. Con esto queda plenamente demostrado que esas ONG
mienten”, escribió.
Para
el Vicepresidente, los argumentos de estas ONG’s reproducen “el discurso
medioambientalista imperial”. Explicó que esta visión “propugna que la
plusvalía medioambiental que sostiene el desarrollo de los países del norte,
sea pagada por los países del sur, congelando así la mejora de sus condiciones
de vida y petrificando las relaciones coloniales de pobreza y sometimiento”.
Carta suscrita por Álvaro García Linera
Estimados compañeros y compañeras:
Agradezco la generosidad que han tenido por
dedicar parte de su tiempo a elaborar una carta dirigida a mi persona, con el
fin de proponerme un “llamado a la reflexión” respecto a mis declaraciones
sobre el papel de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) en Bolivia y su
financiamiento.
Entiendo que se preocupan respecto a la
libertad de expresión, pero considero que lo hacen en vano. Valga sin embargo
la oportunidad, porque siempre es grato saber que los amigos se acuerdan de
uno. Y digo que su preocupación es vana, porque en mis declaraciones sobre las
cuatro ONG (Milenio, CEDIB, Fundación Tierra y CEDLA), ni ahora ni en ninguna
oportunidad anterior, he planteado su cierre, expulsión o restricción alguna de
su actividad. Bien saben ustedes que en Bolivia la libertad de expresión y
asociación no solo constituyen derechos civiles, sino que representan
componentes indisolubles de la vida, la historia y desarrollo de las sociedades
democráticas, de las organizaciones y los movimientos sociales. La democracia
misma solo se comprende e irradia sobre la base innegociable de la libertad de
asociación y pensamiento.
Hoy, la democracia en Bolivia está
alcanzando niveles de profundidad e irradiación extraordinaria, precisamente en
el marco de la administración del Estado por parte de organizaciones sociales
indígenas, campesinas, obreras, vecinales y populares, cuya vida se alimenta de
la libertad de ideas y múltiples formas organizativas. Venimos de esa raíz. Y
para quienes en tiempos neoliberales hemos soportado la represión y la cárcel
por pensar diferente, está más que claro que el horizonte socialista y
plurinacional solo puede construirse con base en la ampliación de los
principios democráticos de libertad de pensamiento y asociación.
En este contexto ‒y haciendo uso de la libertad de pensamiento y expresión‒, he señalado que cuatro ONG mienten y camuflan su activismo político
reaccionario bajo el manto de actividad “no gubernamental”. ¿Es que acaso no
tienen derecho a mentir? Por supuesto que sí, pero yo también tengo derecho a
denunciarlo, a denotar las falsedades escritas en sus “supuestas”
investigaciones, que más se asemejan a decálogos de fe política o primitivos
perfiles de estudio. En la misma medida en que los funcionarios de estas ONG
tienen el derecho constitucional de hacer para-política partidaria desde esas
organizaciones, yo tengo el derecho a develar que están jugando el papel de
sustitutos de los partidos políticos de derecha, y que sus funcionarios no
hacen más que reclutar adeptos mediante el ropaje de actividades hipócritas “no
lucrativas”, ante su reiterado fracaso en la proclama política abierta.
Estas cuatro ONG bolivianas tienen todo el
derecho a existir, funcionar, investigar e incluso a hacer política; sin
embargo, nosotros tenemos el derecho y la necesidad ‒así lo exige el movimiento popular que conduce el proceso
revolucionario en Bolivia– de criticar su sorprendente encuadre ideológico en el
discurso medioambientalista emitido y financiado desde los centros imperiales.
Todos coincidimos en que es necesario un
orden socio-productivo que sustituya la lógica depredadora de la naturaleza
impulsada por el valor de cambio. Pero acá existen al menos dos posiciones. La
primera, correspondiente al discurso imperial, propugna que la plusvalía
medioambiental que sostiene el desarrollo de los países del norte, sea pagada
por los países del sur, congelando así la mejora de sus condiciones de vida y
petrificando las relaciones coloniales de pobreza y sometimiento construidas a
lo largo de siglos y aún vigentes hoy. Esta posición está claramente expresada
en la propuesta medioambientalista de USAID respecto a la Amazonia[1], y en la
sugerencia del gabinete de Tony Blair para la implementación de una
administración transnacional en esa región. En contraste a esta posición, para
las naciones indígenas soberanas, una nueva sociedad medioambiental solo será posible
rompiendo la condición colonial de fragmentación y pobreza prevaleciente en los
pueblos y naciones del sur. De lo que se trata es de crear una civilización
ecológica mediante la combinación de saberes ancestrales y contemporáneos
capaces de restituir un metabolismo procreativo entre naturaleza y naturaleza
devenida en sociedad. Sin embargo, esto no se puede alcanzar simplemente
imitando lo que sucede en el norte (ilusión desarrollista), ni mucho menos
congelando las condiciones de vida de los pueblos del sur (colonialismo
petrificado). Esta civilización solo puede surgir si somos capaces de
proporcionar las condiciones materiales mínimas de existencia, de satisfacción
de las necesidades básicas, que permitan liberar las capacidades creativas y
cognitivas de los pueblos para la creación de los fundamentos de una sociedad
ecológica, que no podrá ser más que de carácter comunitario y universal.
En ese sentido, a quienes sí he prevenido y
advertido con la expulsión, es a organismos internacionales, ONG y gobiernos
extranjeros que financian y se involucran en actividades políticas, que van en
contra de los intereses del Estado Plurinacional de Bolivia y el proceso
revolucionario del pueblo que se viene desarrollando durante los últimos diez
años. Se trata de un principio de soberanía y dignidad elemental para cualquier
Estado democrático y, mi persona, en tanto eventual servidor público, no solo
está en el derecho sino en la obligación moral e intelectual de oponerse a
cualquier tipo de injerencia en actividades políticas internas.
El núcleo del neoliberalismo contemporáneo,
que ha destruido derechos, recursos y asociatividad social en el mundo entero,
no es la sustitución de la soberanía nacional por un tipo de mundialización
desterritorializada del poder. Basta ver las murallas de cemento y acero que
los supuestos Estados desarrollados levantan día a día ante el flujo de fuerza
de trabajo, para comprender que la soberanía nacional de todos los países
intenta ser reemplazada por la soberanía nacional de unos pocos, que pretenden
decidir sobre el destino de otros.
El restablecimiento de los principios de
soberanía nacional, es decir, la autodeterminación, es uno de los pilares para
el desmontaje del orden neoliberal en Bolivia. Nos referimos a la
autodeterminación como Estado para definir la gestión de sus recursos y su modo
de relacionamiento con otros Estados, y también a la autodeterminación social
para definir su horizonte como comunidad política en la historia.
Esa es la razón principal por la que
decidimos ‒como gobierno soberano–
expulsar al FMI de las oficinas privadas que tenía en el Banco Central de
Bolivia (BCB); a la CIA, que tenía oficinas en el Palacio de Gobierno; al
cuerpo militar norteamericano, que tenía su base extraterritorial en un
aeropuerto en la Amazonía boliviana; a USAID y al embajador de los
Estados Unidos, que conspiraba junto a grupos separatistas de extrema derecha,
apoyando la división del país en micro-republiquetas bajo tuición extranjera.
La autodeterminación nacional es una dimensión
de la autodeterminación social, y ninguna revolución podrá avanzar en la
profundización de los derechos democráticos de la sociedad sin la consolidación
de las condiciones de la soberanía estatal. Es imposible definir el horizonte
interior de una sociedad (el posneoliberalismo, el Vivir Bien, el socialismo,
etc.), sin definir su horizonte externo, sin ser soberano. Por ello, no podemos
permitir que ningún gobierno foráneo, empresa u organización para gubernamental
extranjera definan las políticas públicas del Estado Plurinacional de Bolivia.
De lo contrario, nos estaríamos sometiendo a un neocolonialismo.
Todo este marco me permite regresar a mis
comentarios sobre las cuatro ONG citadas, acerca de las que sostuve que mentían
y defendían los intereses de la derecha política internacional. La preocupación
suya es comprensible, pues les mintieron. Ustedes se alarmaron porque ellas les
dijeron que yo había propuesto expulsarlas. ¡Nada más falso! A quienes sí
advertí con la expulsión del país, es a organismos extranjeros que se
entrometan en actividades políticas, que mellen la soberanía del Estado
Plurinacional de Bolivia. Con esto queda plenamente demostrado que esas ONG
mienten, y lo hacen de tal manera, que consiguen que personas bienintencionadas
se sumen al discurso imperial orientado a infundir sospechas sobre la vigencia
de las libertades democráticas y los derechos civiles de los regímenes
revolucionarios y progresistas de América Latina. Asimismo, mencioné que dichas
ONG hacían política partidaria de derecha, apoyando el discurso
medioambientalista imperial. Una revisión somera de sus argumentos, comparados
con los expuestos por USAID respecto a la Amazonía, comprueba aquello de
inmediato.
Por tanto, ustedes comprenderán que así
como respetamos la opinión política de todos los actores nacionales en Bolivia,
en mi calidad de ciudadano –y más aún como servidor público‒ no tengo por qué callar ni ocultar las mentiras de estas o de
cualquier otra institución que dañe el proceso revolucionario perteneciente a las organizaciones
sociales del país. La defensa innegociable de la revolución boliviana, interna
y externamente, es para mí algo irrenunciable, como el mismo derecho a la
libertad de expresión y asociación.
Lamento profundamente que hayan sido utilizados
por estas cuatro ONG en su intento de simular una imagen autoritaria de ‒bien lo saben ustedes‒ uno de los países más
democráticos del mundo. No obstante, si lo que está detrás de esta mala pasada
es su buena voluntad para debatir horizontes revolucionarios o progresistas
para nuestro país y el mundo, bienvenidos como siempre.
Un saludo afectuoso,
Ciudadano Álvaro García Linera
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