"NUESTRA FE ES SIEMPRE REVOLUCIONARIA" DICE EL PAPA FRANCISCO EN LA MISA EN QUITO Y LLAMA A LA UNIDAD

QUITO, ECUADOR (ANB / ABI).- El papa Francisco dijo el martes en la misa que celebró en la ciudad de Quito, Ecuador, la segunda desde su llegada a ese país, el domingo, que "nuestra fe es siempre revolucionaria" y llamó a la unidad en la diversidad, según informa la agencia Andes.

    "Nuestro grito, en este lugar que recuerda a aquel primero de libertad, actualiza el de San Pablo: 'Ay de mí si no evangelizo. Es tan urgente y apremiante como el de aquellos deseos de independencia (...)' Eso es evangelizar, esa es nuestra revolución porque nuestra fe siempre es revolucionaria. Ese es nuestro más profundo y constante grito", indicó.

    La eucaristía en Quito es la segunda que ofició el Papa en Ecuador y contó con la presencia del presidente Rafael Corre y alrededor de 900.000 personas.

    La homilía, que duró aproximadamente 18 minutos, reflejó la multiculturalidad del país, en la que el sumo pontífice habló de la necesidad "de luchar por la inclusión a todos los niveles" promoviendo el diálogo y convocó a buscar la unidad reconociendo la riqueza de la diversidad y tomando en cuenta a los más excluidos.

    "Mientras en el mundo, especialmente en algunos países, reaparecen diversas formas de guerras y enfrentamientos, los cristianos queremos insistir en nuestra propuesta de reconocer al otro, de sanar las heridas, de construir puentes, de estrechar lazos y de ayudarnos mutuamente a llevar las cargas", indicó el Papa.

    El mensaje del Papa Francisco también enfatizó en la importancia de promover la unidad.

    "La unión que pide Jesús no es uniformidad sino la multiforme armonía que atrae. La inmensa riqueza de lo variado, de lo múltiple, que alcanza la unidad cada vez que hacemos memoria de aquel Jueves Santo, nos aleja de tentaciones de propuestas unicistas, más cercanas a dictaduras, a ideologías, a sectarismos", agregó.

    El Sumo Pontífice consideró además que "es impensable que brille la unidad si la mundanidad espiritual nos hace estar en guerra entre nosotros, en una búsqueda estéril de poder, prestigio, placer o seguridad económica y esto a costilla de los más pobres, de los más excluidos, de los más indefensos, de los que no pierden su dignidad pese a que se la golpean todos los días".