Crisis
económica
Alexis Tsipras, el miércoles en Atenas. Foto: Reuters. |
ESPAÑA (ANB / Fuente: El País).- A escasas horas de conocer los detalles de la propuesta
griega, Europa envió este jueves claras señales a Atenas de que contempla una
reestructuración de su deuda si acomete serias reformas.
El
presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, abogó por ello. Alemania también
adoptó este jueves un tono conciliador en ese sentido.
Se
reafirmó en descartar una quita pero dejó abierta la puerta a una mejora en los
plazos de devolución. El representante del ala dura del Gobierno alemán,
Wolfgang Schäuble, aceptó que, aunque limitado, hay un margen para ello.
El
FMI pide desde hace meses un alivio para la deuda griega.
EE UU
lleva tiempo presionando en la misma línea. París quiere acabar ya con la
incertidumbre y capitaneaba hasta ahora el bando más favorable a esa
reivindicación de Grecia.
Pero
Bruselas y Berlín nunca fueron tan explícitos al respecto: Tusk y Schäuble —e
incluso la canciller Merkel— entreabrieron este jueves esa puerta, en un
momento crítico de la negociación.
Atenas
entregó esta noche su solicitud de rescate, con las medidas prioritarias en
subidas de impuestos, recortes varios y reforma de pensiones.
Grecia
debería ir lo suficientemente lejos y renunciar a muchas de sus promesas si
quiere que ese plan vuele, a juzgar por el altísimo nivel de desconfianza de
los socios.
Y
viceversa: “Una propuesta realista por parte de Grecia debería ir acompañada de
una propuesta realista de los acreedores sobre sostenibilidad de la deuda para
crear una situación en la que todos ganen”, zanjó Tusk.
Schäuble
fue menos tajante, y descartó al 100% la posibilidad de una quita.
Pero
con el grado de dureza que ha mostrado en las últimas semanas, el cambio de
tono en Berlín fue notable: “No va a haber una quita [de la deuda griega]
porque eso va contra las normas de la UE”, pero “hay un margen limitado para
reestructurar”.
Berlín
apunta que los europeos podrían ampliar los plazos de devolución. Las fuentes
consultadas creen que hay menos margen para rebajar los intereses de la deuda.
El
FMI sugirió hace unos días que los plazos pueden ampliarse de 30 años de media
a 40 años, con periodos de carencia (sin pagar intereses o incluso devolver
capital) de 20 años, frente a los 10 actuales.
Esa
ha sido siempre la principal reclamación del Gobierno de Alexis Tsipras, junto
a una dosis menor de austeridad.
La
última propuesta europea rebajaba las metas fiscales, pero el brusco parón de
la economía griega —que podría caer en torno al 3% este año— y sobre todo la
pésima salud de sus bancos tras el corralito obligarán a Grecia a poner sobre
la mesa un plan muy duro, aun con esos objetivos fiscales más suaves.
Ese
plan es ahora el quid de la cuestión. Tras la solicitud de rescate presentada
el martes con tres grandes concesiones —adelantar la reforma de pensiones,
aceptar que Atenas estará tres años bajo tutela de la UE y olvidarse de que la
reestructuración figure dentro del rescate—, ese nuevo tono en Berlín, Bruselas
y compañía puede hacer más digerible la píldora en Atenas.
El
Gobierno de Tsipras temía que el alivio de deuda se quedara en una mera
promesa, en el limbo de las buenas intenciones.
Al
hacer explícita la oferta, Tsipras puede tener algo más de margen en casa.
Viaje
mínimo
En
una crisis en la que se han venido sucediendo ultimátums y fechas límite sin
que nada pasara, el final de la partida se acerca.
A
punto de expirar el plazo que, esta vez sí, parece la última oportunidad de
llegar a un acuerdo con Grecia, algo se mueve en Alemania.
El
viraje es mínimo, pero perceptible sobre todo en comparación con el discurso
pétreo que estos días se ha oído en Berlín.
La
cancillería comienza a abrir la mano y sugerir que si Tsipras se comprometiera
con una ambiciosa lista de reformas, podría estudiarse algún tipo de alivio. Y
añade que la dimisión del controvertido ministro griego Yanis Varoufakis ha
contribuido a esta pequeña mejora: Schäuble concedió que el nuevo titular de
Finanzas, Euclides Tsakalotos, es “más convencional” que su predecesor.
En
Bruselas se interpreta ese cambio de tono como una especie de caramelo para que
Atenas presente un plan agresivo.
Pero
tampoco faltan quienes ven esa referencia al alivio de la deuda como un nuevo
órdago alemán. Para que Grecia sea acreedora del rescate, la antigua troika debe
concluir que la deuda es sostenible: si esa reestructuración no llega, como
parece, hasta otoño, el FMI, el BCE y la Comisión podrían dictaminar que Grecia
es insolvente, y en ese caso no habría rescate.
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