“Jallalla”,
exclamó el Pontífice
Foto: BTV |
LA PAZ, BOLIVIA (ANB / Erbol).-Con un “jallalla Bolivia”, el Papa Francisco terminó su
primer discurso en territorio nacional. En su intervención, el Santo Padre
destacó el avance de Bolivia en cuanto a la inclusión económica, social y
política, no obstante, indicó que ese progreso requiere también de diálogo y el
crecimiento de valores en las personas.
El
Papa aterrizó a las 17.11 en el aeropuerto de El Alto. Descendió del avión de
Boliviana de Aviación (BoA) con un abrigo blanco que lo resguardaba del frió de
la ciudad altiplánica.
El
presidente Evo Morales recibió al Pontífice con un abrazo y le entregó una
chuspa tejida, que el Papa se colgó en el cuello.
Se
cantaron los himnos. La canción patria de Bolivia se entonó en una zampoña y
después el himno del Vaticano fue interpretado por una banda militar.
Comenzaron
los saludos. Los ministros de Estado se alinearon junto a niños vestidos con
prendas autóctonas para dar la mano al Santo Padre. Cuando Francisco caminaba
por la alfombra roja, los niños lo rodearon con alegría y lo acompañaron
tomándolo de la mano.
El
Pontífice llegó a un escenario armado para su discurso en el Campus Papal.
Luego de las palabras del Presidente, tomó la palabra.
“Bolivia
está dando pasos importantes para incluir a amplios sectores en la vida
económica, social y política del país;
cuenta con una Constitución que reconoce los derechos de los individuos, de las
minorías, del medio ambiente, y con unas instituciones sensibles a estas
realidades”, dijo el Papa.
Francisco
recomendó que “todo esto requiere un espíritu de colaboración ciudadana, de
diálogo y de participación de los individuos y los actores sociales en las
cuestiones que interesan a todos. El progreso integral de un pueblo incluye el
crecimiento en valores de las personas” y advirtió que “si el crecimiento es
solo material, siempre se corre el riesgo de volver a crear nuevas diferencias,
de que la abundancia de unos se construya sobre la escasez de otros”.
El
Papa destacó también que la cohesión social requiere de “transparencia
institucional” y “un esfuerzo en la educación de los ciudadanos”.
Resaltó,
además, los valores y expresiones de la Constitución Política del Estado y
pidió custodiar a los “desprotegidos”.
“Custodiar
a los que hoy son descartados por tantos intereses que ponen al centro de la
vida económica al ‘Dios dinero’. Y son descartados los niños y los jóvenes que
son el futuro de un país y los ancianos que son la memoria de un pueblo. Por
eso hay que cuidarlos, hay que protegerlos, son nuestro futuro”, instó el Papa.
Luego,
el Pontífice abordó el papamóvil que en estos momentos lo lleva al centro de la
ciudad de La Paz.
Disurso
completo del Papa en El Alto
Al iniciar esta visita pastoral, quiero
dirigir mi saludo a todos los hombres y
mujeres de Bolivia con los mejores deseos de paz y prosperidad. Agradezco al
Señor Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia la cálida y fraternal
acogida que me ha dispensado y sus amables palabras de bienvenida. Doy las
gracias también a los señores Ministros y Autoridades del Estado, de las Fuerzas Armadas y de la
Policía Nacional, que han tenido la bondad de venir a recibirme. A mis hermanos
en el Episcopado, a los sacerdotes, religiosos y religiosas, y fieles
cristianos, a toda la Iglesia que peregrina en Bolivia, quiero expresarle mis
sentimientos de fraterna comunión en el Señor.
Llevo en el corazón especialmente a los
hijos de esta tierra, que por múltiples razones no están aquí u han tenido que
buscar “otra tierra” que los cobije; otro lugar donde esta madre los haga
fecundos y posibilite la vida.
Me alegro de estar en este país de singular
belleza, bendecido por Dios en sus diversas zonas: el altiplano, los valles,
las tierras amazónicas, los desiertos, los incomparables lagos; el preámbulo de su Constitución lo ha acuñado
de modo poético: “En tiempos inmemoriales
se erigieron montañas, se
desplazaron ríos, se formaron lagos. Nuestra amazonia, nuestro chaco,
nuestro altiplano y nuestros llanos y valles se cubrieron de verdores y
flores”, y esto me recuerda que “el mundo es algo más que un problema a
resolver, es un misterio gozoso que
contemplamos con jubilosa alabanza”. Pero sobre todo es una tierra bendecida en
sus gentes, con su variada realidad cultural y étnica, que constituye una gran
riqueza y un llamado permanente al respeto mutuo, al diálogo: pueblos
originarios milenarios y pueblos originarios contemporáneos; cuánta alegría nos
da saber que el castellano, traído a estas tierras, hoy convive con 36 idiomas
originarios, amalgamándose, como lo hacen en las flores nacionales de kantuta y
patujú el rojo y el amarillo, para dar belleza y unidad en lo diverso.
En esta tierra y en este pueblo, arraigó
con fuerza el anuncio del Evangelio, que a lo largo de los años ha ido
iluminando la convivencia, contribuyendo al desarrollo del pueblo y fomentando
la cultura;
Como huésped y peregrino, vengo para
confirmar la fe de los creyentes en Cristo resucitado, para que cuantos creemos
en Él, mientras peregrinamos en esta vida, seamos testigos de su amor, fermento
de un mundo mejor, y colaboremos en la construcción de una sociedad más justa y
solidaria.
Bolivia está dando pasos importantes para
incluir a amplios sectores en la vida económica, social y política del país; cuenta con una
Constitución que reconoce los derechos de los individuos, de las minorías, del
medio ambiente, y con unas instituciones sensibles a estas realidades.
Todo esto requiere un espíritu de
colaboración ciudadana, de diálogo y de participación de los individuos y los
actores sociales en las cuestiones que interesan a todos. El progreso integral
de un pueblo incluye el crecimiento en valores de las personas y la
convergencia en ideales comunes que consigan aunar voluntades, sin excluir ni
rechazar a nadie.
Si el crecimiento es solo material, siempre
se corre el riesgo de volver a crear nuevas diferencias, de que la abundancia
de unos se construya sobre la escasez de otros.
Por eso, además de la transparencia
institucional, la cohesión social requiere un esfuerzo en la educación de los
ciudadanos.
En estos días me gustaría alentar la
vocación de los discípulos de Cristo a comunicar la alegría del Evangelio, a
ser sal de la tierra y luz del mundo. La voz de los Pastores, que tiene que ser
profética, habla a la sociedad en nombre de la Iglesia madre, porque la iglesia
es madre y la habla desde su opción preferencial y evangélica por los últimos,
los descartados, los excluidos. Esa es la opción preferencial de la Iglesia.
La caridad fraterna, expresión viva del mandamiento nuevo de Jesús, se expresa en
programas, obras e instituciones que buscan la promoción integral de la
persona, así como el cuidado y la protección de los más vulnerables.
No se puede creer en Dios Padre sin ver un
hermano en cada persona, y no se puede seguir a Jesús sin entregar la vida por
los que Él murió en la cruz.
En una época en la que tantas veces se
tiende a olvidar o tergiversar los valores fundamentales, la familia merece una
especial atención por parte de los responsables del bien común porque es la
célula básica de la sociedad, que aporta lazos sólidos de unión sobre los que
se basa la convivencia humana y, con la generación y educación de sus hijos,
asegura el futuro la renovación de la sociedad.
La Iglesia también siente una preocupación
especial por los jóvenes que, comprometidos con su fe y con grandes ideales,
son promesa de futuro, ‘vigías que
anuncian la luz del alba y la nueva primavera del Evangelio’, decía Juan Pablo
II. Cuidar a los niños, hacer que la juventud se comprometa en nobles ideales,
es garantía de futuro para una sociedad. Y la Iglesia quiere una sociedad que
encuentra su reaseguro cuando valora, admira y custodia también a sus mayores,
que son los que nos traen la sabiduría de los pueblos, custodiar a los que hoy
son descartados por tantos intereses que ponen al centro de la vida económica
al ‘Dios dinero’. Y son descartados los niños y los jóvenes que son el futuro
de un país y los ancianos que son la memoria de un pueblo. Por eso hay que
cuidarlos, hay que protegerlos, son nuestro futuro
La Iglesia hace opción por ir generando con
este cuidado una “cultura memoriosa” que le garantiza a los ancianos no solo la
calidad de vida en sus últimos años sino la calidez, como bien lo expresa la
Constitución de ustedes.
Señor Presidente, queridos hermanos y
hermanas, gracias por estar aquí. Estos días nos permitirán tener diversos
momentos de encuentro, diálogo y celebración de la fe. Lo hago alegre de estar
en esta patria que se dice a sí misma pacifista, patria de paz y que promueve
la cultura de la paz y el derecho a la paz.
Pongo esta visita bajo el amparo de la
Santísima Virgen de Copacabana, Reina de Bolivia, y a Ella pido que proteja a
todos sus hijos. Muchas gracias y que el Señor los bendiga. Jallalla Bolivia.
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