Asesinado
en Argentina
Foto: patriagrande.org.ar |
ARGENTINA (ANB / Tomado de
patriagrande.org.ar).- Al grito de “boliviano
de mierda” una bala atravesó el pecho de Franco Zárate, un pibe de 19 años que
apenas finalizaba la escuela secundaria mientras laburaba para juntar el mango,
con el proyecto de ingresar a la UTN y ser ingeniero. A pesar de que sus padres
hace ya veinte años que vinieron desde Oruro, Franco sabía honrar la tradición
a través de los pasos de baile que ensayaba en la comparsa Tobas Bolivia.
Ese
viernes 23 de enero a la noche fue a comprar unas bebidas con su padre y su
primo a un kiosko de Mataderos, pero tras discutir el precio excesivo y los
insultos discriminatorios, cuando ya se disponían a retirarse, el dueño del
local, Pelagio Gualberto Ximénez, salió armado y le dio una trompada a Franco que quiso
reaccionar pero inmediatamente cayó tendido por un disparo.
La
impunidad del racismo
Mientras
el padre y su primo auxiliaban a Franco, el kioskero se presentaba en la
comisaría 42 planteando que actuó en defensa propia ante un supuesto intento de
robo. En el hospital el padre es informado sobre el fallecimiento de su único
hijo, y entre lágrimas y gritos inconsolables un policía le consulta qué pasó y
le ofrece llevarlo al lugar del hecho, pero es trasladado directamente a la
comisaría donde es encarcelado por cómplice del supuesto robo. Cuando Aldo, el
primo, llega para hacer la denuncia por homicidio, no sólo no es oído sino que
es detenido también como ladrón. La causa que está vigente lleva la carátula de
robo, demostrando cuál es la campana que vale para la policía y la justicia. Luego
de cinco días pudieron presentar la denuncia ante la justicia, sin embargo el
asesino está libre, impunemente paseando por el barrio y jactándose de haber
matado “un chorro”.
Justicia
por Franco Zarate
Los
grandes medios no hablaron de Franco, pero dijeron mucho más: no todas las
vidas valen lo mismo para los sectores dominantes. En un contexto en el cual la
muerte del fiscal Nisman se impone las 24 horas en todas las pantallas, el
asesinato de un pibe pasa desapercibido. Sin embargo las movilizaciones por las
calles de Mataderos de familiares, amigos y una comunidad boliviana indignada,
junto a organizaciones políticas y sociales, expresaron que no van a abandonar
la lucha hasta que se haga justicia.
La
muerte de Franco es el caso extremo y dramático de una cultura racista que está
fuertemente arraigada en la sociedad. Acompañando el disparo, la frase “váyanse
a su país, bolivianos de mierda” representa la faceta más violenta y cruel de
un sentido común que no es inocente, y que está bombeado para que nos tengamos
miedo, para que nos despreciemos y veamos al otro como un adversario, alguien
que en definitiva no merece vivir y cuya impunidad será posible si nos quedamos
en casa viendo la tele. Acompañamos y
nos solidarizamos con la familia y sus amigos, y seguiremos luchando por Franco
y por todos los pibes asesinados por el racismo, por ser pobres, por cabecitas,
por jóvenes ¡presentes, ahora y siempre!
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