INGLATERRA
(ANB / BBC).- Adolfo Suárez, presidente del gobierno español entre 1976 y 1981, murió
este domingo en Madrid a los 81 años de edad.
El arquitecto, el piloto, la figura clave del período
conocido como la Transición a la democracia en España, tras la muerte de
Francisco Franco en 1975. Un hito. Una persona de consenso y diálogo. En la
revisión en retrospectiva de la historia contemporánea de España, esos son los
calificativos que suelen acompañar a Adolfo Suárez.
Ocupó cargos de importancia en los últimos tiempos del
largo régimen militar de Francisco Franco y en el Movimiento Nacional, la
organización que lo sustentaba, pero terminó convirtiéndose en el primer
presidente constitucional electo de la joven democracia española.
Admirado y denostado, sorprendió a los demócratas que
pensaron que sería una continuación del franquismo y traicionó a sus antiguos
compañeros del régimen militar.
Fue considerado hostil para todos a quienes perjudicó con
las reformas que comenzaban a desarmar el franquismo, sobre todo el ejército y
la iglesia.
No prestó la atención debida a su partido, la Unión de
Centro Democrático, un aluvional partido fundado con urgencia con ideologías
del espectro político del centro y la derecha, y al final no pudo manejar las
contradicciones internas y su desmembramiento.
Legalizó el Partido Comunista y convivió con su
militancia, pero el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) pidió una moción
de censura en su contra que, si bien no prosperó, atizó su deterioro.
Y hoy, con todo el agua que ha corrido, es uno de los
iconos mejor comprendidos y casi pontificado cuando se habla de la Transición.
"No
sabía funcionar en democracia"
Una figura que solo podía mandar con la brevedad que
piden los tránsitos: lo hizo durante cuatro años y siete meses, con cinco
cambios de gabinete.
Renunció a la presidencia del gobierno el 29 de enero de
1981, con un tremendo desgaste político y personal, en medio de una importante
crisis económica y el distanciamiento del rey Juan Carlos, quien lo había
designado como presidente del gobierno.
"Fue un personaje trágico en muchos sentidos.
Conocía mejor que nadie los mecanismos políticos de la dictadura y por eso pudo
desmontarla; en cambio, no sabía funcionar como político democrático", le
dice a BBC Mundo Javier Cercas, autor del libro Anatomía de un instante, sobre
el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, cuando Suárez era todavía presidente
en funciones, y la fragilidad de esos años.
"No era un buen parlamentario, no sabía cómo
funcionaban los partidos políticos. Destruyó un sistema político que conocía a
la perfección y construyó un sistema político que desconocía por completo. Esa
es su tragedia. Por eso su carrera como político democrático fue tan
breve", añade Cercas.
Pero, valora el escritor, Suárez fue "el fundador de
la democracia", porque logró "algo imposible": pasar de un
régimen militar a una democracia sin pasar de nuevo por una guerra o un
conflicto de gran magnitud.
Para Manuel Campo Vidal, periodista y autor de la
biografía Adolfo Suárez, un presidente inesperado de la Transición, Suárez fue
el actor principal, el director y el guionista de ese período, como dice a BBC
Mundo.
Capacidad
de adaptación
Suárez consiguió ascender en el régimen de Franco. Llegó
a ser gobernador civil de Segovia y presidente de la estatal Radio Televisión
Española. También avanzó en el Movimiento (el partido único del franquismo)
hasta la vicesecretaría general.
Tenía 43 años cuando el rey Juan Carlos lo designó, en
julio de 1976, como jefe del segundo gobierno de su reinado como sucesor de
Franco, nombramiento en el que intervino Torcuato Fernández, presidente las
Cortes y también procedente del régimen.
"De joven, me lo confirmó su hermano Hipólito,
decía: ‘Yo de mayor seré presidente del gobierno’ ", comenta Campo Vidal.
Suárez había nacido en Cebreros, una localidad de Ávila,
en Castilla y León, en septiembre de 1932. Se licenció en Segovia como abogado
y se doctoró en Madrid, donde comenzó a vincularse con la estructura franquista
en 1958.
Ese vínculo es, en opinión de Campo Vidal, una respuesta
a la "vocación política" de Suárez, que decidió desarrollar dentro
del propio régimen "sin ser un falangista". "Era un hombre
católico pero abierto, no era un fascista", apunta.
Que el rey lo nombrara como presidente del gobierno
obedeció a esa "capacidad de adaptación de Suárez", dice.
"El rey sabía que la monarquía solo podía sobrevivir
en democracia y Suárez resultó ser el hombre ideal porque conocía el régimen
que debía quedar atrás, porque tenía claras las metas y los objetivos a los que
quería llegar y porque tenía capacidad personal de seducción y valentía
política", completa con BBC Mundo.
Javier Cercas ajusta: "El rey sabía que (Suárez) era
un hombre muy ambicioso y muy obediente y que haría lo que él quisiera. Pero
con el tiempo ambos se enfrentaron porque Suarez empezó a ir por su lado y eso
al rey no le gustó mucho".
Las
reformas
En junio de 1977, ocurrieron las primeras elecciones
libres en España desde 1936 y Suárez las ganó con UCD.
El Congreso conformado tras esas votaciones aprobó una
nueva Constitución, el 6 de diciembre de 1978, hoy vigente.
Tres meses después, el 3 de marzo siguiente, convocaban
nuevas elecciones y Suárez las volvía a ganar, ahora como presidente
constitucional de una monarquía parlamentaria. No tuvo mayorías cómodas para
gobernar. La izquierda ya había ganado espacio en las elecciones municipales
del año anterior.
Tres mandatos en menos de cinco años: una Transición.
En ese periodo, comenzaron las reformas importantes que
desmontaban el franquismo y le dejaban "muchos frentes abiertos", en
palabras de Campo Vidal.
"Un héroe de la traición", agrega Javier
Cercas. "Traicionó su propio pasado equivocado para construir un futuro
acertado. Sin esa traición virtuosa y el coraje que hace falta para cometerla,
la Transición habría sido imposible".
Legalizó el Partido Comunista y otros partidos, promovió
la ley del divorcio, se hicieron los Pactos de la Moncloa, acuerdos para la
reforma económica y cambios jurídicos como la eliminación de la censura previa,
la legalización del derecho de reunión, manifestación, propaganda y asociación
y la tipificación de la tortura como delito. Se hizo la Ley para la Reforma
Política y se aprobaron los estatutos de autonomía de Cataluña y el País Vasco.
Campo Vidal también recuerda la negativa de Suárez a
sumar a España a la OTAN y un abrazo al líder palestino Yasser Arafat, asuntos
que disgustaron a Estados Unidos e Israel.
El
retiro
El recrudecimiento de la violencia del grupo separatista
vasco ETA, las presiones de los militares, la división de su partido, la falta
de sintonía con la Corona y la crisis económica son elementos a los que se
atribuye la dimisión de Suárez de la presidencia en enero de 1981.
Fue en la sesión de investidura del sucesor de Suárez,
Leopoldo Calvo Sotelo, cuando ocurrió el breve intento del golpe de Estado, con
el teniente coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero, como cara visible.
El libro de Cercas gira en torno a ese momento en el que
Suárez se quedó sentado en su escaño con aparente parsimonia, mientras hubo una
balacera en el hemiciclo. Recientemente se supo de una conversación en la que
Suárez se enfrentó a Tejero, en medio de la crisis, mientras el militar blandía
una pistola.
Ese año, el rey le dio el título de conde de Suárez.
Fundó un nuevo partido con viejos compañeros de UCD, el Centro Democrático y
Social (CDS), con el que compitió de nuevo a las elecciones, en 1982,
votaciones en las que arrasó Felipe González por el PSOE.
Suárez quedó como diputado por Madrid ese y dos periodos
más, pero en 1991 renunció al partido y a la política por los malos resultados
electorales en las municipales.
Su última aparición pública fue en 2003, cuando acompañó
a su hijo en su postulación como candidato a presidir la comunidad autónoma de
Castilla La Mancha por el conservador Partido Popular.
Dos años después, sería él quien anunciaría que su padre
padecía Alzheimer, la enfermedad neurodegenerativa cuya complicación originó su
deceso. La opinión pública lo olvidó bastante. Él mismo también participó del
olvido: en los últimos años ya no se acordaba de que había sido presidente.
En 2008, el Partido Popular y el PSOE se peleaban por
cómo rendir honores al expresidente en un museo de la Transición que se creaba
en su ciudad natal.
"Como ya no competía con nadie desde hace muchos
años, ha empezado a ser elogiado por personas que más bien lo denostaron en su
momento", dice Campo Vidal.
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