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lunes, 10 de febrero de 2014

RAÚL DE LA FUENTE GANA SU PRIMER GOYA CON LA MINERITA


LA PAZ, BOLIVIA (ANB / Erbol).- Raúl de la Fuente obtuvo ayer el primer Premio Goya de su carrera con el corto documental Minerita, una historia en torno a las difíciles condiciones de vida de las mujeres del Cerro Rico (Bolivia).

El documental es la historia dura que se desarrolla en el Cerro Rico de Potosí, donde los mineros se juegan la vida para extraer plata y zinc. La “Minerita” es el relato    de tres mujeres: Lucía, Ivonne y Abigail que se desempeñan como guardianas y laboran en la mina para sobrevivir.

El realizador obtuvo su estatuilla en la XXVIII edición de los galardones en la que Las brujas de Zugarramurdi fue la gran triunfadora con ocho estatuillas. Su director, Álex de la Iglesia, no pudo acudir a la cita por encontrarse rodando en Argentina. Quienes sí estuvieron fueron varios vecinos de la localidad navarra donde se rodó el filme a finales de 2012 y que participaron como figurantes. La mejor película del año fue Vivir es fácil con los ojos cerrados, con seis galardones, y La gran familia española, que partía con once candidaturas, fue la gran derrotada con dos Goya, informa noticiasdenavarra.com

Navarro subió al escenario y recibió el premio de manos de Irene Carnero y Rubén Moreno, dos jóvenes desempleados contratados por Adecco para la ocasión. Notablemente emocionado y algo nervioso, de la Fuente agradeció el premio y se lo dedicó a Lucía, Ivone y Abigail, las protagonistas de su trabajo, “tres mujeres que se juegan la vida cada día en el Cerro Rico”. También tuvo palabras para su familia y sus amigos, así como para Julen Elizari, Gorka Otxoa y Manuel Cristóbal, por haber apoyadoel proyecto; para Mikel Salas, autor de la banda sonora, y para Axel O'Mill, responsable del sonido directo, entre otras tareas, quien le acompañó a recoger la estatuilla. Y no olvidó a Unciti, la localidad donde vive, que es “el mejor pueblo de África, América y Oceanía”. También subió a escena la productora de Minerita, Amaia Remírez, que se acordó del periodista Dani Burgui, que les puso sobre la pista de esta historia; del Gobierno Vasco, por su respaldo económico; del Fondo de las Naciones Unidas para la Población y del sindicato minero de Bolivia Cepromin. La intervención del equipo del corto navarro no fue, pues, breve en el conjunto de una ceremonia larga marcada por la incertidumbre desde el principio.

Lo decía el presidente de la Academia, Enrique González Macho, antes de comenzar la gala: “Este año no hay ninguna película que destaque a priori”. Y esa fue precisamente la consigna de la noche, el tono de intriga ligado a un guión que apostó por la comedia y que, por supuesto, también dejó hueco a la espontaneidad de premiados y presentadores, que, como era esperado, deslizaron abundantes comentarios acerca del IVA cultural, de la situación de las artes y de la sociedad en general, que, en opinión de Javier Bardem, siempre “va por delante de sus políticos”. Igual que el cine español, y el talento de sus profesionales, “que está muy por encima de nuestro ministro de anticultura”.

Terele Pávez al margen de las alusiones a las aciagas circunstancias, la gala discurrió en los mismos términos que otros años, con números musicales y de humor en los que participaron rostros conocidos y también, como es habitual, con intervenciones excesivamente largas por parte de los premiados. No faltaron algunas sorpresas como el premio a estrellas de otros ámbitos, caso de Pat Metheny, reconocido por la banda sonora de Vivir es fácil con los ojos cerrados. Pero, sin duda, la gran triunfadora de la noche fue Las brujas de Zugarramurdi, que logró ocho de los diez trofeos a los que optaba. Aunque la Academia decidió no nominar esta película a las principales categorías, sí se reconocieron sus méritos técnicos, logrando los Goya a la mejor dirección artística, mejor montaje, mejor sonido, mejor diseño de vestuario, mejores efectos especiales, mejor maquillaje y peluquería y mejor dirección de producción. Pero el más emotivo fue el de actriz de reparto, que fue a parar a la veterana Terele Pávez, a la que el público recibió puesto en pie. Javier Bardem entregó el cabezón a la actriz, que se lo agradeció a Álex de la Iglesia por contar con ella en varios de sus trabajos. “Tengo 74 años y llevo casi 60 en esto, siempre he querido ser de esto”, indicó, y tuvo un gesto cariñoso hacia su hijo, que la acompañaba en la sala: “Todo esto por una sonrisita tuya, nada más, fíjate”, terminó.

Mención especial merece el premio al mejor documental, para Las maestras de la República, en el que participa la actriz navarra Laura de Pedro. En cuanto a las categorías principales, los trofeos estuvieron muy repartidos, ya que el Goya a la mejor actriz fue para Marian Álvarez, por La herida, que también se llevó el premio a la mejor dirección novel, para Fernando Franco. El mejor actor fue Javier Cámara, que logró el Goya después de seis nominaciones por Vivir es fácil con los ojos cerrados. “Me hace muchísima ilusión; es un honor increíble”, indicó. Y dedicó el premio “a todos los profesores de este país”. El mejor director fue David Trueba por Vivir es fácil con los ojos cerrados.

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