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jueves, 2 de enero de 2014

DEFENSOR PIDE AL ESTADO DAR EJEMPLO DE CULTURA DE DIÁLOGO

Villena expresa su preocupación por la violencia
Defensor del Pueblo, Rolando Villena. Foto: Los Tiempos.
LA PAZ, BOLIVIA (ANB / Erbol).- El Defensor del Pueblo, Rolando Villena, dijo hoy que el Estado debe entender que el problema de la violencia no se soluciona con “más leyes o mecanismos punitivos sino creando más oportunidades, dando ejemplo de una cultura de diálogo y promoviendo valores de paz, de justicia y de respeto”.


En un mensaje de principio de año, Villena expresó su preocupación por la violencia estructural que afecta a los sectores sociales más débiles. 

“Vemos violencia en las casas, las escuelas, el trabajo, la televisión, la calle, los cuarteles, las fiestas, las cárceles y la política… la expresamos a cada momento, la vivimos, la sufrimos y también la ejercemos”, subraya.

Comunicado completo de la Defensoría

El año 2013 nos deja una serie de desafíos que debemos superar como sociedad y como Estado. Estamos viviendo un proceso de profundas transformaciones políticas y económicas que están afectando de manera importante el ejercicio y cumplimiento de los derechos humanos de los bolivianos y las bolivianas.  Hemos avanzado en la disminución de la pobreza, la mejor distribución de los recursos, la búsqueda de igualdad y una mayor participación política.  Sin embargo nos quedan muchos y muy difíciles desafíos por vencer.

El mayor de todos es la violencia estructural y creciente, que se manifiesta como un eje transversal que castiga despiadadamente a los sectores más débiles y se ensaña especialmente contra las niñas, niños y adolescentes y las mujeres, aunque también extiende su acción destructiva contra las personas adultas mayores, las personas con discapacidad, privadas de libertad y aquellas con opciones sexuales diferentes.

Vemos violencia en las casas, las escuelas, el trabajo, la televisión, la calle, los cuarteles, las fiestas, las cárceles y la política… la expresamos a cada momento, la vivimos, la sufrimos y también la ejercemos.  Y la violencia se está convirtiendo en el principal eje de vulneración de los derechos humanos y está poniendo en peligro las bases mismas de la sociedad, la familia e incluso del Estado Plurinacional.

Ese es el gran desafío para el año 2014.  Que como sociedad comprendamos la magnitud del problema y lo enfrentemos desde nuestro comportamiento diario, nuestras palabras, nuestros valores y nuestras acciones, pero también que desde el Estado se entienda que el problema no se soluciona con más leyes o mecanismos punitivos sino creando más oportunidades, dando ejemplo de una cultura de diálogo y promoviendo valores de paz, de justicia y de respeto.

Debemos recuperar la noción del valor supremo de la vida.  No podemos seguir asociando a la muerte por violencia como una estadística que ya no produce indignación y que se olvida con tanta facilidad y frialdad.  Que no haya más linchamientos, que cesen los feminicidios y las violaciones y asesinatos de nuestras niñas y niños; que ya no sigan muriendo jóvenes bolivianos y bolivianas en los cuarteles sin protección y sin castigo y que desaparezca la tortura como práctica en los centros de formación policial y militar.

Debemos retomar la noción del Estado Plurinacional y asumir con honestidad que los derechos de las naciones y pueblos indígena originario campesinos no pueden ignorarse, distorsionarse ni manipularse.  Si no somos capaces de respetar lo que decidimos y de consolidar lo que sostuvimos en la Constitución, entonces nuestro futuro como Estado se sustentará sobre bases endebles y engañosas.

Que este año que estamos iniciando, también seamos capaces de revestirnos de más humanidad, que aprendamos a escuchar y atender las opiniones de todos y de todas con respeto; que haya más tolerancia y se valore las posiciones, las críticas y las observaciones de los demás aunque sean distintas a las nuestras.  Que se avance con determinación y voluntad real en la solución del grave problema de la justicia y que detengamos y revirtamos el irracional aumento de los encarcelamientos sin sentencia o los procesos pendientes y que por fin construyamos una justicia más humana y más justa.

Frente a estos desafíos, quiero hacer llegar a todas las bolivianas y a todos los bolivianos un mensaje de esperanza.  La esperanza que seguiremos construyendo la unidad, el sentido de comunidad y fortaleciendo el proceso de transformaciones históricas que hemos decidido y que es irreversible, pero también que lo haremos respetando los derechos humanos.

La esperanza que asumamos, más allá de nuestras diferencias, la hermandad, el orgullo común de ser bolivianos y bolivianas, la solidaridad y la fraternidad, como valores que siempre hemos cultivado y que prevalecerán frente a la violencia y la intolerancia que muchas veces parecen imponerse.


Solo así podremos pensar que avanzamos realmente en este camino que hemos decidido como sociedad y como naciones para construirnos en un mundo con derechos humanos, donde busquemos vivir en justicia, igualdad, libertad, paz y desarrollo, es decir vivir bien.

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