Brasil espera al
líder católico
BRASIL (ANB / Erbol).- El pontificado del primer papa no europeo y el
primero llegado de las Américas arrancará definitivamente con su viaje a
Brasil, desde donde lanzará la próxima semana el programa revolucionario de su
pontificado basado en el llamado “evangelio social”. Llegado a la silla de
Pedro desde la periferia de la Iglesia, Francisco ha escogido el continente de
donde salió para presentar su programa a un millón de jóvenes llegados de todo
el mundo para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
El Papa ha elegido el país con mayor número de católicos del mundo y que
aunque está saliendo de la pobreza aún tiene las venas abiertas de una profunda
desigualdad social. Desde Brasil hablará a todas las periferias abandonadas y
humilladas del planeta y a todos los países emergentes que pueden caer en la
tentación de poner sus riquezas en manos de los que menos las necesitan,
informa El País.
Amigos del Papa aseguran que la importancia que ha dado a su viaje a
Brasil, donde permanecerá una semana, se debe a que desde allí desea presentar
al mundo su programa de gobierno. Lo escucharán cerca de seis mil periodistas
llegados desde todos los rincones del mundo.
En sus primeros cuatro meses de pontificado, Francisco ha ido mostrando con
la simbología de los gestos y algunas afirmaciones clave que desea centrarse en
los olvidados del planeta. Ha pedido que la Iglesia no solo se preocupe por los
pobres sino que sea pobre ella misma y hasta mostró su tristeza en una visita
al parque móvil de coches de lujo de los prelados del Vaticano, a los que pidió
austeridad en su testimonio de vida. También ha arremetido contra las mafias
anidadas en el Banco del Vaticano mientras él sigue viviendo en una habitación
de hotel tras haber renunciado a los aposentos pontificios.
Francisco se ha ido despojando de los símbolos del poder que alejaron
durante siglos al papa de Roma de sus los obispos de la Iglesia. Ni siquiera se
ha llamado "papa" a sí mismo, solo obispo de Roma, que es lo que es.
Ha criticado la “tiranía del dinero” y la “globalización de la indiferencia”
hacia los que sufren.
En Brasil abrirá el resto de su caja de sorpresas y presentará la identidad
de la Iglesia que él desea. Hay hasta quien apuesta que a partir de sus
discursos en Brasil, el catolicismo de América Latina ya no será el mismo.
Se engañan los que han pronosticado que el papa Francisco va a Brasil y a
América Latina para “frenar la avanzada de los evangélicos” en favor de los
católicos, Francisco aspira a un programa para la Iglesia mucho más amplio, que
sirva incluso como acicate para todas las otras confesiones religiosas, a las
que pronto desea convocar a Roma.
La visión del futuro de la Iglesia que él sueña no pasa por las viejas
teologías, ni siquiera por la teología de la liberación, que nació en tierras
latinoamericanas como antídoto contra las injusticias sociales y que se
inspiraba socialmente en las ideas de El Capital de Marx. La revolución que
presentará Francisco en Brasil viene del cristianismo de hace dos mil años, del
profeta Jesús que proclamó las bienaventuranzas de los pobres, de los que
tienen hambre y sed de justicia, de los hacedores de paz. La teología que
Francisco predicará es la del “evangelio social” del cristianismo, no
ideológico sino práctico.
Hace unas semanas ya pudo escucharse de sus labios el eco de lo que será el
verdadero y definitivo mensaje de su pontificado, cuando recordó en la periferia
de Italia el drama de los emigrantes ilegales que arriesgan su vida en busca de
trabajo. El Papa se preguntó "quién llora por ellos” en el mundo y en la
Iglesia.
En la idílica playa de Copacabana, en Río de Janeiro, han organizado un vía
crucis representado por artistas. Quienes conocen de cerca al papa Francisco
han alertado de que bajo ese escenario casi irreal de la Pasión de Cristo, él
dirá a los jóvenes cuales son las “nuevas heridas del crucificado”, las “venas
aún abiertas en su carne” por las injusticias sociales que conviven con la
opulencia del consumismo mundial.
Hace 15 días Francisco anticipó parte de lo que dirá en Río: “El cuerpo de
tu hermano está herido porque tiene hambre, tiene sed, está desnudo, humillado,
porque es un esclavo, porque está encarcelado, porque sufre en un hospital”. Y
añadió: “Estas son las heridas de Jesús, hoy”. Esa quiere que sea la nueva
revolución social de la Iglesia, con menos perifollos teológicos e ideológicos
y más encarnada en el hermano que sufre.
El de Francisco será, según los obispos brasileños, un programa y un
mensaje que servirá para creyentes y agnósticos, para todos los que dicen
inspirarse en el evangelio de las bienaventuranzas y para los creyentes de
cualquier dios. En ese contexto, no extraña que el Papa haya confirmado que
estará al lado de los jóvenes brasileños que están saliendo a las calles a
pedir más justicia social y mejor calidad de vida para todos.
Por eso, Francisco ha pedido que no quiere estar blindado en sus encuentros
con la gente. Quiere poder mirarles a los ojos sin que se interpongan ni
cristales antibalas ni militares armados. Ya le había dicho a su amigo, el
rabino de Buenos Aires, Abraham Skorka, que él “no tiene miedo a morir”.
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