MÉXICO (ANBOLIVIA / Tomado de
clarin).- Culmina el ciclo del
PAN. El partido que gobernó el país por 70 años hasta el 2000 podría volver al
poder. Enrique Peña Nieto, su candidato, va primero en los sondeos. El PAN del
presidente Calderón, lejos de las preferencias.
“Que se vayan los ineptos para que regresen los corruptos”. Esa frase, acaso exagerada, pero que se ha escuchado con insistencia en esta campaña electoral, resume de algún modo la sensación que hay en México sobre las elecciones presidenciales de hoy: el final del ciclo del derechista Partido de Acción Nacional (PAN), tras doce años en el poder, y el regreso, según todas las encuestas, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó monolítica e ininterrumpidamente este país de 112 millones de habitantes durante siete décadas, hasta el año 2000.
Alfonso Cuéllar es uno de los 79,5 millones de mexicanos que están
habilitados para elegir presidente y renovar por completo el Congreso, además
de seis nuevos gobernadores, jefe de gobierno de esta ciudad capital, alcaldes
y diputados regionales. Alfonso toma un trago en el café La Habana, en la
esquina de Bucareli y Morelos. Allí, en los ‘50, Fidel Castro y el Che Guevara
le daban las últimas puntadas a la Revolución Cubana. Pinta de abogado saca
pleitos de aquellos años –bigote fino, peinado aplastado–, votará al Partido de
la Revolución Democrática (PRD) de Andrés Manuel López Obrador para la
presidencial y a Miguel Angel Mancera, que arrasará en esta ciudad, pero está
seguro de que el PRI será el vencedor.
“La gente cree que el PAN se agotó y, además, Josefina Vázquez Mota no es
buena candidata. Y cree que el PRI puede solucionar algunas cosas, como la
violencia o prestarle más atención a las cuestiones sociales”, dice, mientras
apura lo que parece ser un tequila.
Y es que el PRI, pese a perder las elecciones de 2000 cuando Vicente Fox
llegó a la presidencia, nunca dejó de ser ese “ogro filantrópico”, como alguna
vez lo describió Octavio Paz, premio Nobel de Literatura en 1990, que supo dar
garrote, pero al mismo tiempo compraba conciencias con su aceitada maquinaria.
Una maquinaria que sigue activa –el PRI gobierna en 20 de los 32 estados del
país– y que encontró en Enrique Peña Nieto un candidato que supo encolumnar a
todo el partido y que a fuerza de carisma –sus críticos lo acusan de parecerse
más a un galán de telenovela de las cinco de la tarde que a un hombre de
estado– aparece hoy como quien reinstalará al PRI en Los Pinos, la sede del
poder.
Todas las encuestas lo dan como seguro ganador, con una diferencia que va
de los 8 a los 16 puntos de ventaja sobre López Obrador, “el peje” (un pez de
río muy difícil de atrapar), que va por su segundo intento de llegar a la
presidencia de México. En 2006 fue derrotado por Felipe Calderón, en una
elección que terminó en escándalo, cuando el organismo electoral le concedió la
victoria por apenas el 0,56 por ciento de los votos. AMLO –como la prensa lo
llama aquí, aludiendo a sus iniciales, por obvias razones de espacio– no
reconoció su derrota, acusó de fraude al gobierno y con marchas y “plantones”
se impuso el título de “presidente legítimo”.
El país vivió en vilo durante casi un año y, pese a que López Obrador ha
intentado “limpiar” su imagen, no son pocos en este país los que aún se lo
reprochan y temen que hoy, si los números no lo acompañan, vuelva a agitar el
fantasma del fraude, algo que parece imposible en las urnas, por el grado de
profesionalismo e independencia que ha demostrado el organismo electoral y que
todos le reconocen. También es cierto, como ha denunciado el PRD, que el PRI
está “comprando” votos, entregando tarjetas telefónicas y hasta de consumo a
cambio del voto. Nada nuevo bajo el sol.
Tanto Peña Nieto como Vázquez Mota –y también muchos medios de
comunicación– han utilizado aquellos días turbulentos de 2006 para machacar
contra AMLO y el riesgo que representaría para México que el candidato del
partido creado por el mítico Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 llegue al poder.
Con todo, y pese a que Calderón dejará el gobierno con una alta imagen,
Josefina no ha logrado capitalizarlo. Abandonada a su suerte por el gobierno
–está enfrentada con Calderón, pese a haber sido su ministra de Educación–,
aparece en tercer lugar, varios puntos por debajo de López Obrador, aunque en
el PAN aseguran que sus datos la ubican segunda.
Cuarto, y aspirando sólo a superar el 2% de los votos para que su partido
Nueva Alianza siga gozando de reconocimiento legal, aparece Gabriel Quadri, un
candidato independiente.
Los jóvenes con su movimiento “Yo Soy132” sacudieron la campaña y, por
primera vez, se erigieron como “conciencia moral”de un México de profundas
desigualdades sociales, con escandalosos niveles de pobreza cercanos al 50% y
una riqueza concentrada en pocas manos, al punto que los 10 mexicanos más ricos
acumulan un tercio del PBI de la Argentina.
El restaurante La Opera, en el centro histórico, guarda en su techo las
marcas de los disparos que alguna vez lanzó al aire el revolucionario Pancho
Villa, cuando en los años 20 ingresó con su caballo hasta la barra
–afrancesada, traída de Nueva Orleans– saludando a los parroquianos. En la
puerta, un joven anónimo –como la mayoría los “Yo Soy132”– se prepara para la
marcha que ayer celebraron en el Zócalo. “Ya nada será igual en México. Gane
quien gane, vamos a estar vigilantes de lo que haga el presidente”, dice.
México, 1 Julio 2012 - A.S.C.
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